Biografía de Pedro Abelardo

¿Quién fue Pedro Abelardo?

Biografía de Pedro Abelardo foto filosofia

Pedro Abelardo (también conocido como Petrus Abaelardus o Pierre Abélard) (1079 – 1142) fue un filósofo, teólogo y lógico francés del siglo XII. Se le asocia principalmente con el movimiento medieval dominante del escolasticismo. Sin embargo, es probablemente más famoso por la historia de su relación amorosa con su alumna Héloïse, que se ha convertido en un cuento romántico.

Vida

Abelardo nació en 1079 en el pequeño pueblo de Le Pallet (a unos 16 km al este de Nantes, en Bretaña, Francia), hijo mayor de una familia noble bretona menor. Aprendía con rapidez y su padre le animó a estudiar las artes liberales (dialéctica, retórica y gramática). Destacó especialmente en dialéctica (o lógica, que en aquella época consistía principalmente en la lógica de Aristóteles), y pronto se convirtió en un académico peripatético errante en lugar de seguir la carrera militar como su padre.

Su primer maestro fue Roscellinus de Compiegne (c. 1050 – 1125), a quien a menudo se considera el fundador del Nominalismo (la doctrina de que los conceptos abstractos, los términos generales o los universales no tienen existencia independiente, sino que existen sólo como nombres). En París, recibió clases durante un tiempo de Guillermo de Champeaux (c. 1070 – 1122), un destacado realista, y los argumentos de Abelardo contra el realismo (y a favor del nominalismo y de su propio conceptualismo), fueron decisivos para el declive del realismo en la Edad Media.

Siendo aún joven, Abelardo creó su propia escuela en Melun y luego en París, que tuvo mucho éxito y, en 1115, a la edad de 36 años, fue nombrado canónigo de la catedral de Notre-Dame de París. En la cima de su fama, atrajo a miles de estudiantes de muchos países de Europa.

Una de esas alumnas era Héloïse (m. 1164), de la que Abelardo se enamoró perdidamente y provocó un gran escándalo cuando quedó embarazada. Héloïse tiene un hijo en secreto y acepta a regañadientes la sugerencia de Abelardo de un matrimonio secreto. Su tutor, el canónigo Fulbert, se enteró del matrimonio, entró de noche en la cámara de Abelardo y lo castró. Héloïse, aún veinteañera, se convirtió en monja durante muchos años.

Abelardo volvió a su labor docente, pero en 1121 fue acusado de herejía por su interpretación racionalista del dogma trinitario (Dios en tres personas), y fue recluido en el convento de San Medardo en Soissons. Más tarde se convirtió en ermitaño, viviendo en una cabaña de juncos en una zona desierta del país, aunque los estudiantes le siguieron incluso allí. Poco a poco fue recuperando su respetabilidad, y consiguió establecer a Héloïse en Paraclete, y continuaron una relación apasionada pero platónica, recogida en la autobiográfica «Historia Calamitatum» de Abelardo.

En 1141, Abelardo fue acusado de nuevo de herejía por San Bernardo de Claraval (1090 – 1153) en un intento de aplastar las investigaciones racionalistas de Abelardo, y se derrumbó y murió antes de poder librarse completamente de las acusaciones.

Obras

Gran parte del legado de Abelardo reside en la calidad de su filosofar escolástico y en su intento de dar una expresión formalmente racional a la doctrina eclesiástica recibida. Aunque gran parte de su obra fue condenada en su momento, allanó el camino para el ascenso de la autoridad filosófica de Aristóteles (en lugar del realismo de Platón), que se estableció firmemente en el medio siglo posterior a su muerte.

El intento de Abelardo de tender un puente entre el realismo y el nominalismo se conoció como conceptualismo, la doctrina de que los universales (cualidades o propiedades de un objeto que pueden existir en más de un lugar al mismo tiempo, por ejemplo, la cualidad de «rojez») sólo existen dentro de la mente y no tienen una realidad externa o sustancial. Más tarde, Immanuel Kant desarrolló un conceptualismo moderno, sosteniendo que los universales no tienen conexión con las cosas externas porque son producidos exclusivamente por nuestras estructuras y funciones mentales a priori.

En teología, el Papa Inocencio III (1161 – 1216) aceptó la Doctrina del Limbo de Abelardo, que modificaba la Doctrina del Pecado Original de San Agustín, y que sostenía que los bebés no bautizados no iban directamente al infierno, como se creía al principio, sino a una zona especial del limbo, donde no sentirían dolor pero tampoco felicidad sobrenatural (porque aún no podrían contemplar a Dios).

Tal vez la obra más conocida de Abelardo sea «Sic et Non» («Sí y no»), que data de entre 1121 y 1132, en la que señala citas aparentemente contradictorias de los Padres de la Iglesia sobre muchos de los temas tradicionales de la teología cristiana (como los múltiples significados de una misma palabra), y esboza reglas para conciliar estas contradicciones. Este trabajo reavivó el interés por la dialéctica como herramienta filosófica, y Abelardo argumentó que la dialéctica (además de las Escrituras) era el camino hacia la verdad, además de ser un buen ejercicio mental.

Hizo aportaciones al campo de la ética, un área raramente tocada en la enseñanza escolástica, anticipando algo de la especulación moderna con su idea de que el carácter moral o el valor de la acción humana está, al menos hasta cierto punto, determinado por la intención subjetiva.

Abelardo también fue conocido durante mucho tiempo como un importante poeta y compositor, aunque queda muy poco de su obra en este campo.

Libros de Pedro Abelardo

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DIALOGO ENTRE UN FILOSOFO UN JUDIO Y UN CRISTIANO – 1988

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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