Biografía de Pirro

¿Quién fue Pirro?

Pirro foto filosofia

Pirro (alias Pirro de Elis) (360 – 270 a.C.) fue un filósofo griego de la época helenística, originario de la península del Peloponeso, en el sur de Grecia.

Se le considera el primer escéptico y fue el fundador, o al menos el inspirador, de la posterior escuela filosófica griega del pirronismo, una variante del escepticismo. También se cree que su elección de la «ataraxia» (o «paz interior») como objetivo último de la vida fue tomada por Epicuro y el movimiento del epicureísmo.

Vida

Pirro nació hacia el 360 a.C. en la pequeña comunidad de Elis, en la península del Peloponeso, al sur de Grecia.

De joven, Pirro había sido un pintor prometedor, y tenía cuadros expuestos en el gimnasio de Elis. Más tarde, se desvió hacia la filosofía gracias a las obras de Demócrito. Se convirtió en discípulo de Bryson de Acaya, hijo de Stilpo (ambos de la escuela filosófica megárica que seguía las doctrinas de Sócrates), y más tarde en discípulo de Anaxarco de Abdera (que había sido alumno de Demócrito).

Junto con Anaxarco, viajó con Alejandro Magno en su exploración de Oriente, y estudió con los gimnosofistas de la India y con los magos de Persia. Esta exposición a la filosofía oriental parece haberle inspirado a adoptar una vida de soledad y, al regresar a Elis, eligió vivir en circunstancias muy pobres.

Frustrado por las afirmaciones de los estoicos y otros dogmáticos que decían poseer el conocimiento, y abrumado por su incapacidad para determinar racionalmente cuál de las diversas escuelas de pensamiento que competían era la correcta, fundó una nueva escuela en la que enseñó que todo objeto del conocimiento humano implica incertidumbre y que es imposible llegar nunca al conocimiento de la verdad.

También actuaba según sus propios principios, anteponiendo a todas sus observaciones un «parece» o «me parece» o «quizás». Al parecer, soportaba el dolor corporal con ecuanimidad y no mostraba ningún signo de aprensión cuando se encontraba en peligro, aunque los dogmáticos a los que se oponía contaban historias anecdóticas de que llevaba su escepticismo a tal extremo que sus amigos se veían obligados a acompañarle a todos los lugares a los que iba para que no fuera atropellado por los carruajes o se cayera por los precipicios.

Fue muy honrado por los elianos (que lo nombraron su sacerdote principal e hicieron que los filósofos estuvieran exentos de impuestos) y también por los atenienses (que le confirieron los derechos de la ciudadanía ateniense y erigieron una estatua y un monumento en su memoria).

Se cree que vivió hasta la avanzada edad de noventa años, lo que situaría su muerte en torno al año 270 a.C.

Obra

No tenemos constancia de que Pirro haya escrito nada. Sus doctrinas fueron recogidas en cierta medida en los poemas satíricos (conocidos como los «Silloi») de su alumno Timón de Flius (c. 320 – 230 a.C.), y en los escritos de Antígono de Cario, la mayor parte de los cuales se han perdido desgraciadamente. En la actualidad, las ideas de Pirro se conocen principalmente a través del libro «Esbozos del Pirronismo», escrito por el médico y escéptico griego del siglo III d.C. Sexto Empírico. También a través de Sexto Empírico hemos conocido una escuela de escepticismo conocida como pirronismo (o escepticismo pirroniano) que fue fundada mucho después de la muerte de Pirro por Aenesidemo en el siglo I a.C. Aunque lleva el nombre de Pirro, la relación entre la filosofía de la escuela y la del personaje histórico es, en el mejor de los casos, turbia.

El principio fundamental del pensamiento de Pirro puede expresarse con la palabra «acatalepsia», que connota la capacidad de negar el asentimiento a las doctrinas sobre la verdad de las cosas en su propia naturaleza. Argumentaba que sólo conocemos la apariencia de las cosas, pero ignoramos su sustancia interna, sobre todo porque una misma cosa puede parecer diferente a distintas personas. Por lo tanto, es imposible saber cuál es la opinión correcta (la diversidad de opiniones entre los sabios, así como entre el vulgo, lo demuestra). Por lo tanto, si se puede alegar una contradicción contra cada afirmación con igual justificación y no se puede saber qué afirmación es mejor que otra, es necesario suspender completamente el juicio no afirmando nada definitivo y no haciendo nunca ninguna declaración positiva sobre ningún tema, por trivial que sea.

Aplicando estas ideas de lo que él llamaba «escepticismo práctico» a la Ética y a la vida en general, Pirro llegó a la conclusión de que la única actitud adecuada es la «ataraxia» (que puede traducirse como «paz interior» o «libertad de preocupaciones» o «apatía»), que se convirtió en el objetivo último de los primeros skeptikoi. Argumentaba que, puesto que nada puede conocerse, nada puede ser en sí mismo ni bueno ni malo, y que son sólo la opinión, la costumbre y la ley las que lo hacen parecer así. Si no hay ninguna buena razón para preferir un curso de acción a otro, entonces la ausencia de toda actividad debe ser el ideal del sabio. En esta apatía, renunciará a todos los deseos (que se basan en la opinión insostenible de que una cosa es mejor que otra), y vivirá en una tranquilidad del alma imperturbable, libre de todo engaño. La infelicidad es el resultado de no alcanzar lo que uno desea (o de perderlo, una vez alcanzado); así, la persona sabia, al estar libre de deseos, también está libre de infelicidad.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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