El Hilozoísmo

¿Qué es el Hilozoísmo?

Hilozoísmo, (del griego hylē, «materia»; zōē, «vida»), en filosofía, cualquier sistema que considera que toda la materia está viva, ya sea en sí misma o por participación en la operación de un alma mundial o algún principio similar. El hylozoísmo es lógicamente distinto tanto de las primeras formas de animismo, que personifican la naturaleza, como del panpsiquismo, que atribuye alguna forma de conciencia o sensación a toda la materia.

A lo largo de la historia del pensamiento, las interpretaciones hylozoistas de la naturaleza han sido comunes. Los primeros pensadores griegos buscaron el principio de todas las cosas en diversas sustancias materiales. Así, Tales consideraba el agua como la sustancia primaria y veía todas las cosas como «llenas de dioses»; para Anaxímenes, el aire era el principio animador universal del mundo, y para Heráclito era el fuego. Todos estos elementos se consideraban en cierto sentido vivos, o incluso divinos, y participaban activamente en el desarrollo del ser. Cuando el peripatético Estratón redujo toda la realidad a la materia y toda la actividad psíquica al movimiento, también vitalizó la materia.

En el pensamiento medieval y renacentista reaparecieron formas modificadas del hilosoísmo primitivo, aunque a veces resulta difícil distinguir a un hilosoísta de un panpsiquista. La palabra hylozoísmo fue acuñada en el siglo XVII por Ralph Cudworth, un platonista de Cambridge, que con Henry More (también platonista de Cambridge) hablaba de «naturaleza plástica», una sustancia inconsciente e incorpórea que controla y organiza la materia (algo así como un alma vegetal en la vegetación) y produce así los acontecimientos naturales como instrumento divino de cambio.

Denis Diderot, Pierre-Jean-Georges Cabanis y J.B. Robinet, enciclopedistas del siglo XVIII, defendieron una visión dinámica y materialista de la naturaleza (no muy distinta de la de Straton), que más tarde adaptaron los filósofos evolucionistas del siglo XIX. Ernst Haeckel, por ejemplo, sostenía que toda la materia debe contener vida si la vida deriva de la materia, una postura que pronto fue cuestionada por el evolucionismo emergente (véase también emergencia).

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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