Una Crítica Filosófica del Club de la Lucha

Filosofía y cine

¿Qué tiene que decir la filosofía sobre una superproducción como El Club de la Lucha? Está claro que la crítica puramente cinematográfica no agota el significado de las obras del séptimo arte. Así, la filosofía, como explicación de las referencias y el significado, más o menos oculto, de las películas, aporta una comprensión adicional a los espectadores. La filosofía complementa, pues, sin sustituir a la crítica cinematográfica clásica.

Resumen

Jack (Edward Norton) se aburre en una existencia monótona sin propósito ni consistencia. Su desesperación es tal que se convierte en un insomne, que sólo consigue dormir asistiendo a diversos grupos de discusión, desde pacientes con cáncer terminal hasta hombres traumatizados por la extirpación de los testículos. Poco a poco, la esquizofrenia se apodera de él: Tyler (Brad Pitt), su doble liberado, crea primero un club de lucha, el «Club de la Lucha», y luego un grupo terrorista llamado «Proyecto Caos». Y Marla (Helena Bonnham Carter), su alter ego femenino, frecuenta estos mismos grupos y aparece como espejo de su impostura. Su relación con su doble Tyler, un soltero exaltado que denuncia la sociedad de consumo, es tormentosa. Sólo matando a su doble recupera su identidad.

El club de la lucha, una obra existencialista

Los niveles de análisis son numerosos: el id, el ego y el superego de Freud con el tema de la esquizofrenia, la crítica de la sociedad de consumo a través del proyecto Caos, el existencialismo con la invención del yo. Pero en nuestro análisis de la película, mantendremos esencialmente este ángulo sartreano.

Antes de su «encuentro» con Tyler, Jack vive en lo que Sartre llama el espíritu de la seriedad en El ser y la nada: hereda su vida y sus valores, pensando que todo está escrito en el Cielo de las Ideas. Su demiurgo se llama Ikea y otros pensum de la sociedad de consumo. Su vida en la oficina es tan triste como su salón o sus relaciones con los demás: Jack es el hombre de lo inauténtico.

Sólo una ruptura, la aparición de Tyler, le despierta de su letargo: empieza a tomar decisiones libres, a lanzarse al mundo y a sus relaciones intersubjetivas. Incluso la violencia del Club de la Pelea es el resultado de los fracasos de la relación con los demás. Del mismo modo, manipulará a su jefe para que le pague su sueldo sin ir a trabajar. Su repentino rechazo al conformismo le lleva a dejar su piso pijo (que él mismo incendió) para vivir en una casa arruinada y abandonada. Este nuevo hogar reflejará su nuevo yo: en construcción, ahora debe inventarse a sí mismo. Como nos recuerda Tyler: «No eres libre hasta que lo has perdido todo» (ver más citas de El club de la lucha)

La lógica de la película es profundamente dialéctica, construida sobre un ritmo de tres etapas:

  • Etapa inicial, de la tesis: Jack es un ser inauténtico, que vive a través de otros.
  • Etapa de destrucción, de negación: Jack destruye lo que era
  • Etapa de síntesis, de reconciliación: Jack se reinventa, liberado de lo que ya no quería ser.

Este triple movimiento también puede compararse con el de Nietzsche, que en Así habló Zaratustra habla de las tres etapas de la liberación: el Camello, el León y finalmente el Niño.

Conclusión

Lejos de ser una película de palomitas, El club de la lucha resulta ser una película filosófica de bastante calidad. Como suele ocurrir con David Fincher, el sentido de sus obras rara vez se da, se conquista.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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