Segundo Diálogo 208–210

Resumen del Segundo Diálogo 208–210 de Tres diálogos entre Hilas y Filonús

El segundo diálogo comienza de forma muy parecida al primero: Hylas y Philonous se encuentran de nuevo a primera hora de la mañana. Sólo que esta vez Hylas está esperando a Philonous, y se ha preparado para la discusión. Sigue luchando contra el escepticismo, y le queda un último recurso: la satisfactoria nueva explicación materialista de cómo se producen nuestras sensaciones. La ciencia moderna, informa a Filón, nos dice que las sensaciones son causadas por nuestro cerebro, que a su vez está conectado a los nervios, que a su vez entran en contacto con el mundo exterior. En otras palabras, los objetos del mundo exterior actúan sobre nuestras terminaciones nerviosas, que a su vez envían señales a nuestro cerebro, y el resultado son nuestras sensaciones. Como esta explicación es tan clara y satisfactoria, y parece tener muchas pruebas detrás, piensa que da crédito a la creencia en objetos materiales independientes de la mente. Philonous no está de acuerdo. Si Hylas tiene alguna noción clara de un cerebro, señala, entonces el cerebro debe ser sensible y por lo tanto una idea como cualquier otra. Y si es una idea como cualquier otra, entonces su teoría no tiene sentido: sólo estaría afirmando que tenemos una idea que causa todas las demás. Si, por el contrario, no tiene una noción tan clara, entonces está hablando de forma incoherente. En cualquier caso, la teoría es mala. Además, ninguna persona en su sano juicio creería que los movimientos de los nervios causan realmente las sensaciones. Esto es totalmente inconcebible.

Hylas admite que ahora está totalmente hundido; es un completo escéptico, tal como predijo Philonous. No cree en la existencia real de ningún objeto sensible. Filonous aprovecha la oportunidad de esta confesión para empezar a burlarse de Hylas por su escepticismo. Señala los campos, los bosques, las arboledas y los arroyos de los alrededores: ¿puede realmente Hylas, pregunta incrédulo, insistir en que estas cosas no existen? ¿No es absurdo decir esto? Hylas se queda de nuevo sorprendido: Al fin y al cabo, fue Filonoo quien le convenció del escepticismo, y ahora se burla de él por adoptar la misma opinión que él impulsaba. Philonous explica que no es un escéptico, porque no comenzó con la falsa premisa materialista, a saber, que la «existencia real» es sinónimo de «existencia absoluta fuera de la mente». Hylas sólo niega que los objetos sensibles tengan existencia real porque entiende la «existencia real» de esta manera tan estrecha. Filón, en cambio, piensa que los objetos sensibles existen realmente; piensa que existen realmente como ideas en la mente.

Análisis

Aquí, Berkeley hace su punto más mordaz contra el materialismo. Su última línea de respuesta contra la teoría del cerebro como causa de las sensaciones de Hylas es la siguiente: sólo un loco creería realmente que el movimiento en un cerebro físico podría producir, por ejemplo, mi sensación de ver azul. ¿Cómo podría una cosa causar la otra? Este es uno de los misterios del materialismo que aún no hemos aclarado: gran parte del trabajo de la actual filosofía de la mente está dedicado a ello. A pesar de los considerables avances científicos en los campos de la ciencia cognitiva, así como de la química y la física, hoy no estamos más cerca que en la época de Berkeley de concebir siquiera cómo y por qué las partículas de materia que operan en nuestros órganos dan lugar a las sensaciones que provocan.

Locke también reconoció la desconcertante brecha explicativa entre el mundo físico y nuestras sensaciones mentales, que supuestamente son causadas por este mundo físico. Para él, esta brecha explicativa establecía los límites del conocimiento. Creía que nunca podríamos entender cómo el movimiento de las partículas físicas da lugar a las sensaciones mentales, porque pensaba que realmente no había una buena razón de por qué y cómo lo hacían. De hecho, este fue el punto en el que sintió que necesitaba apelar a Dios, arrastrándolo a su sistema casi totalmente materialista del mundo para tapar este punto con fugas.

Dado que éste es probablemente el eslabón más débil del materialismo, es sorprendente que Berkeley sólo lo mencione de pasada. Habríamos esperado que se detuviera más en este tema, señalando lo incomprensible que es la interacción mente-cuerpo en general, y pregonando su propio sistema para eliminar esta desconcertante característica del mundo.

 

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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