Apología – Dialogo de Platón

¿Significado de Apología Dialogo de Platón?

El Platonismo filosofia foto

Aunque en ninguno de los diálogos de Platón es él mismo un compañero de conversación o incluso un testigo de una conversación, en la Apología Sócrates dice que Platón es uno de los varios amigos en la audiencia. De este modo, Platón nos hace saber que fue testigo presencial del juicio y que, por tanto, está en la mejor posición posible para escribir sobre él. El otro relato que tenemos del juicio, el de Jenofonte, contemporáneo de Sócrates, es de carácter muy diferente. Sabemos que Jenofonte no estuvo presente como testigo directo. Dice a sus lectores que sólo informa de una parte del discurso de Sócrates y que se enteró del juicio por Hermógenes, un miembro del círculo socrático.

No es de extrañar, pues, que existan diferencias significativas entre los relatos de Platón y Jenofonte sobre lo que se dijo en el juicio. (Jenofonte, por ejemplo, se detiene en los problemas de la vejez de los que escapa Sócrates al ser condenado a muerte, mientras que Platón apenas alude a la edad de Sócrates). De mayor importancia es el hecho de que las dos Apologias coinciden en muchos detalles. Coinciden en cuáles fueron los cargos contra Sócrates: no reconocer a los dioses reconocidos por la ciudad, introducir otras divinidades nuevas y corromper a los jóvenes. También coinciden en que Meleto apoyó su acusación refiriéndose a una voz o signo divino que Sócrates reivindicó como su guía personal; que Sócrates reconoció la guía de este signo divino en su discurso; que parte de la defensa de Sócrates consistió en un interrogatorio a Meleto; que Sócrates se refirió a una consulta realizada por su amigo, Queréfone, al oráculo de Delfos; que la respuesta del oráculo confirmó que los dioses habían conferido a Sócrates un estatus único; que, habiendo sido declarado culpable, Sócrates se negó a proponer un castigo que el jurado considerara aceptable; y que, después de que el jurado votara a favor de la pena de muerte, se dirigió de nuevo al jurado y no expresó ningún arrepentimiento por su forma de vivir o por el curso de su juicio. No hay razón para suponer que Jenofonte se haya enterado de estos aspectos del juicio por Platón. Su acuerdo con Platón sobre estos asuntos nos asegura que no son fabricaciones.

Pero, ¿podemos ir tan lejos como para decir que en la Apología de Platón hay una transcripción palabra por palabra (o algo parecido) del discurso que Sócrates pronunció en su defensa? No habría sido imposible que Platón lograra tal hazaña tomando extensas notas, comparando su memoria con la de otros, y perfeccionando gradualmente una interpretación que pretendía replicar el original lo más fielmente posible. Desgraciadamente, no hay forma de demostrar que Platón se esforzara por alcanzar este tipo y grado de precisión. Algunos estudiosos, de hecho, han argumentado que Platón estaba involucrado en un proyecto muy diferente: su Apología, han señalado, es similar en muchos aspectos a las obras de los oradores y maestros de retórica contemporáneos -en particular a un ejercicio retórico, «Defensa de Palamades», de Gorgias- y deducen que al componer la Apología de esta manera Platón no buscaba la exactitud histórica, sino que se esforzaba por superar o parodiar a los oradores por los que sentía desprecio. Pero esta hipótesis es tan especulativa como la de que Platón se esforzó por registrar con la mayor exactitud posible el discurso real de Sócrates.

No podemos descartar la posibilidad de que algunas partes del discurso que escribió Platón no fueran pronunciadas realmente en el juicio o se expresaran de forma bastante diferente. El discurso de Platón representa su intento creativo de defender a Sócrates y su forma de vida y de condenar a los que votaron para matarlo. De hecho, es probable que los motivos de Platón para escribir la Apología fueran complejos. Uno de ellos, sin duda, fue defender y alabar a Sócrates haciendo uso de muchos de los puntos que el propio Sócrates había ofrecido en su discurso. Pero, como puede ver cualquier lector de la obra, Platón está utilizando al mismo tiempo el juicio y la muerte de Sócrates para condenar a Atenas, para llamar a sus lectores a rechazar la vida convencional que Atenas habría preferido que llevara Sócrates, y a elegir en su lugar la vida de un filósofo socrático. En el siglo IV a.C., Atenas no contaba con una norma de reportajes precisos o biografías fieles, por lo que Platón se habría sentido libre para dar forma a su material de la manera que mejor se adaptara a sus múltiples objetivos. Puesto que era Sócrates a quien quería alabar, no tenía más remedio que hacer el Sócrates de la Apología cercano al original. Pero no se habría sentido obligado a limitarse a reproducir, lo mejor posible, el discurso que pronunció Sócrates.

En cualquier caso, la exactitud histórica de la Apología de Platón no debería ser la única cuestión en la mente del lector. Igualmente importante es saber si el Sócrates de Platón es realmente culpable de los cargos que se le imputan, si es una persona totalmente justa y admirable, si su forma de vivir es la que más vale la pena (o quizás incluso la única que vale, como insiste Sócrates), y si hay alguna razón para que una comunidad política se preocupe por el daño que pueda causar una persona así. Seguramente lo último que Platón hubiera querido que sus lectores hicieran con la Apología es ignorar sus dimensiones filosóficas, religiosas y políticas para concentrarse únicamente en su exactitud como pieza de reportaje histórico.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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