En la antigua Grecia, el filósofo Platón se preguntaba qué constituía el alma humana. Es el tema de uno de sus diálogos más famosos, «Fedón», en el que sus personajes discuten si, al morir, el alma se separa completamente del cuerpo o si, en su lugar, sobrevive en alguna forma. Según lo que se dice allí, existen tres elementos principales que constituyen el alma según Platón: el logos, el thymos y el eros.
En primer lugar, está el logos, que literalmente significa «palabra» o «discurso». Es la capacidad racional de tomar decisiones, raciocinar y llegar a conclusiones. Platón suponía que la razón era uno de los elementos clave del alma.
Continuando con el thymos, explicado por Platón como el «espíritu» u «órgano de afecto» de la persona. Esto se refiere a la energía y la pasión con la que alguien puede encarar un reto o llegar a un objetivo. Tener «el thymos alto» significa tener un enorme entusiasmo y motivación para hacer las cosas.
Finalmente, tenemos el eros,que es la capacidad de un individuo para perseguir el conocimiento, amar y sentirse conectado con los demás. Platón veía al eros como un símbolo de crecimiento espiritual, un anhelo de lograr una unión mística con el pensamiento.
En definitiva, estos tres elementos, el logos, el thymos y el eros, según Platón, se unen para formar el alma de una persona. Estos principios nos ayudan a entender por qué algunos individuos pueden buscar con tanta energía y lograr grandes cosas. Estas fuerzas interiores son lo que nos ayudan a avanzar y expandir nuestro conocimiento más allá de nuestro pensamiento inicial..