¿A quién no le gustaría conocer su futuro? La idea de saber cómo van a ser nuestras vidas, cómo nos desarrollamos como seres humanos y cómo nos relacionamos con los demás, puede resultar particularmente atractiva para muchos. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros no tenemos el privilegio de conocer cómo serán nuestras vidas en el futuro. Esto nos deja con el arduo trabajo de tratar de imaginar y tener la esperanza de que nuestros planes, esfuerzos y decisiones nos lleven donde queremos estar.
Unas pocas personas han conocido una anticipación de lo que les depara el futuro. Las historias de aquellos que han visto su futuro abarcan desde el éxito y la satisfacción hasta la tristeza y el desaliento. El afortunado que sabe lo que hay por delante puede estar contento con el viaje, o bien puede sentirse inquieto y preocupado. Si se anticipan acontecimientos apenas predecibles, ¿qué importancia tendrían nuestras elecciones y nuestra lucha?
¿Qué sucedería si cada persona tuviera la oportunidad de conocer su futuro? De esta manera, sabríamos qué nos depara la vida con exactitud. Incluso si esto mantienen nuestra motivación para seguir adelante en la vida, la incertidumbre y la inquietud nos acapararían. La mayoría de nosotros hacemos grandes esfuerzos para lograr nuestros objetivos y caminamos con la esperanza de obtener la recompensa por el trabajo duro. Pero, ¿qué sentido tendría entonces si ya conoces el final?
Aunque podría ser interesante conocer el futuro, este puede tener un precio muy alto. Si conocieras el desenlace de tu vida, no habría motivación para continuar luchando, ni elecciones para asumir responsabilidad por los resultados. Probablemente, tendríamos una visión más detallada de la dirección que debemos tomar, pero las decisiones que tomemos en el camino para llegar allí no serían necesarias.
En conclusión, bien puede que los humanos deseen conocer el futuro, ya que sin ello se nos exige un esfuerzo constante para llevar una vida satisfactoria. Al carecer de muchas respuestas, se nos exige encontrar nuestras propias respuestas. Aunque puchar descubrir el futuro puede parecer atractivo, ciertamente no es lo mejor para nosotros como individuales, ni para nuestras comunidades. Si bien la curiosidad de conocer nuestro futuro es comprensible, es mejor permanecer en la incertidumbre y afrontar los desafíos que nos presenta la vida..
Escrito por: Gonzalo Jiménez
Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.
