Sócrates fue uno de los primeros filósofos de la antigüedad que tenía una marcada curiosidad por el conocimiento y la verdad. Muchos de sus diálogos y discusiones giraban en torno a la idea de Dios y su existencia. Sócrates no se refería concretamente a Dios como una entidad individualizada, sino como la presencia divina en todas las cosas, como algo omnipresente.
Sócrates no veía motivos para dudar de la existencia de Dios. Para él, Dios estaba profundamente relacionado con la moralidad y la ley natural. Esta relación iba incluso más allá de la creencia religiosa, sino como algo inherente en cada uno de nosotros. Reflejaba la idea de que hay una energía divina e inmutable que anima el universo y que está relacionada con el alma humana.
A través de sus diálogos, Sócrates también expresaba ideas sobre la naturaleza moral de Dios. Por ejemplo, él consideraba a Dios como el más justo de los seres, que era la fuente de la moral y de la ley. El creía que Dios era el guardián de la verdad y de la bondad ética. Era partidario de la idea de que el bien recibiría su recompensa en el mundo, mientras que el mal recibiría su merecido castigo.
Por último, Sócrates también reflexionaba sobre el poder divino. Él consideraba que Dios era el autor de todaslas cosas en el universo, y que todos los demás seres vivos estaban totalmente sometidos a su voluntad. Esto no significa que no tengan libre albedrío; es decir, que tienen el poder de elegir ciertas acciones y cambios en sus vidas. Sin embargo, Sócrates veía el papel de Dios como fundamental para que el mundo funcionara como debería.
En conclusión, Sócrates tenía una profunda fe en la existencia de Dios como se explica anteriormente. Su sabiduría nos recuerda que Dios no es una figura aislada, sino que está íntimamente unido a la moralidad y la ley natural. Dios no es un ente legislador ajeno a nosotros, sino que es el fuerte guardián de la verdad y el patrono de los que buscan la justicia..