Ejemplos de Ensayo de Filosofía

El caso de un ensayo filosófico escrito y corregido

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El ensayo en filosofía es un ejercicio difícil porque requiere el dominio de un determinado método y estructura.

Por lo tanto, le ofrecemos un ejemplo de ensayo escrito y corregido por un profesor, tanto desde el punto de vista metodológico (forma) como editorial (contenido).

Hemos elegido deliberadamente un tema de ensayo muy clásico para el último año de filosofía: «¿Es la libertad una ilusión?» (común para el último año de literatura)

¿Es la libertad una ilusión?

Trabajos preparatorios

A) Análisis de los términos del tema :

1) Libertad: El punto de partida es siempre la concepción espontánea e inmediata de la libertad, la del «hombre de la calle» que Sócrates podría haber cuestionado. Así, la libertad significa «hacer lo que uno quiere», parece corresponder a la omnipotencia de la voluntad de cada individuo. Espontáneamente, todo individuo se siente libre en cuanto puede realizar todos sus deseos, todas sus ganas.

Sin embargo, la experiencia ordinaria de la vida muestra también, paradójicamente, que el ser humano está sometido a numerosas limitaciones, tanto externas (físicas, sociales, políticas) como internas (instintos, hábitos, pasiones), que pesan sobre su libertad y que le resulta difícil, si no imposible, superar completamente por iniciativa propia. Por lo tanto, ¿la sensación de libertad sería sólo ilusoria?

2) Ilusión: Es importante entender la importancia de este término, a diferencia del error. La ilusión procede ciertamente del error, ya que engaña al individuo, pero también procede de la mistificación. ¿Qué significa esto? Cada individuo es responsable de sus errores y tiene el poder de corregirlos. En cambio, en la ilusión, que puede ser tanto individual como colectiva, seríamos víctimas de un poder engañoso que no se puede superar.

La cuestión que se plantea, pues, es la siguiente: ¿Qué tipo de deseo humano está en la raíz de una ilusión? ¿O qué necesidad busca satisfacer el hombre en la perpetuación de una ilusión?

B) Identificar las nociones del programa en juego en el tema: la libertad, la conciencia y el inconsciente, el deseo.

C) Problematizar el tema: Si todo individuo experimenta un sentimiento inmediato de libertad, ¿se refiere esta convicción a una creencia ilusoria o a un verdadero autoconocimiento? El objetivo será, pues, distinguir entre lo que es una libertad real e identificable y lo que es un deseo infundado de libertad, con vistas a la lucidez y la verdad.

D) Movilizar referencias utilizables:

Platón, en el Gorgias, denuncia la común confusión entre la libertad del sabio y el cumplimiento impulsivo de todos sus deseos.

Descartes, en la Cuarta Meditación, da una definición del libre albedrío que compara al hombre con Dios.

Spinoza, en La Ética, muestra que la conciencia de la existencia no implica necesariamente la libertad humana.

E) Elaboración del plan: debe obedecer a la regla de «lo más cercano a lo más lejano», es decir, ir de lo explícito a lo implícito, de lo más obvio a lo menos obvio.

Ejemplo de un posible plan:

I) La libertad es un sentimiento inmediato: la tesis del libre albedrío

II) La crítica determinista al libre albedrío

III) La libertad está por conquistar: de la liberación a la búsqueda de la autonomía

Introducción al ensayo

1) Inicio: Debemos partir de la constatación de que el sentimiento común e inmediato que experimenta todo hombre es el de sentirse libre: en efecto, todo hombre puede experimentar, al menos internamente, una libertad para pensar y actuar, independientemente de cualquier coacción externa. Por lo tanto, esta convicción interior está profundamente arraigada en cada uno de nosotros.

2) Anuncio del sujeto y problematización: Sin embargo, ¿no es la libertad una ilusión? O dicho de otro modo, ¿no es probable que el hecho de sentirse libre se refiera sólo a una creencia ilusoria? ¿El sentimiento inmediato de nuestra libertad es verdadero, es decir, se refiere a un verdadero conocimiento de uno mismo?

3) Anuncio del plan de estudio: debe ser suficientemente explícito sin decir demasiado, sin ser demasiado «pesado»: Intentaremos, en primer lugar, evaluar la pertinencia y los límites del sentimiento espontáneo de libertad, común a todos los hombres. A continuación, trataremos de demostrar que esta experiencia inmediata del libre albedrío puede ocultar al hombre un malentendido de sí mismo. Por último, surgirá una nueva tarea: la necesidad de reconstruir un nuevo enfoque de la libertad humana, si es que tal enfoque es posible.

Desarrollo del ensayo: Parte 1

I) El sentimiento inmediato de nuestra libertad: la teoría del libre albedrío

a) Todo hombre se juzga espontáneamente libre

En el lenguaje cotidiano, la libertad se refiere al poder de todo hombre de obedecerse sólo a sí mismo, a su propia voluntad, y de actuar únicamente según sus deseos, independientemente de cualquier coacción o presión externa.

Por tanto, todo hombre se siente espontáneamente libre, simplemente porque se cree capaz de hacer elecciones de pequeña o gran importancia, de tomar decisiones de pequeña o gran magnitud.

En otras palabras, todo hombre, cuando se mira reflexivamente a sí mismo, se considera espontáneamente libre, es decir, capaz de actuar simplemente según su voluntad.

La mayoría de los filósofos que han hablado a favor de la libertad humana, a favor de la existencia del libre albedrío, han dado gran valor a la experiencia íntima e inmediata que tendríamos, según ellos, de nuestra libertad: «La libertad de nuestra voluntad -escribe Descartes (Principios de Filosofía, I, art. 39)- se conoce sin prueba por la mera experiencia que tenemos de ella.

Transición: Hacer un balance de la situación y formular una o varias preguntas para proseguir la reflexión: La libertad correspondería, pues, a un sentimiento interior, a una experiencia inmediata en cada hombre. Pero, ¿podemos contentarnos con esta experiencia inmediata o, por utilizar la formulación de Bergson, con este «hecho inmediato de la conciencia»? En otras palabras, ¿podemos conformarnos con la sensación de nuestra libertad para deducir su existencia cierta? ¿Es posible, pues, tener una experiencia de nuestra libertad que justifique este sentimiento?

b) ¿Podemos demostrar la existencia del libre albedrío?

1) Primer intento de prueba: el experimento del burro de Buridan y el descubrimiento de la «libertad de indiferencia».

Se dice que Jean Buridan, filósofo francés del siglo XIV, ideó un experimento imaginario para demostrar la existencia del libre albedrío: la situación sería la de un animal, en este caso un burro, igualmente hambriento y sediento, que, colocado a igual distancia de un fardo de heno y de un cubo de agua, duda, se muestra incapaz de elegir y finalmente se deja morir.

Este «protocolo experimental metafísico» tendría como objetivo demostrar la existencia de la «libertad de indiferencia» humana. De hecho, todos hemos experimentado una situación en la que los motivos o los motivos a favor de un acto u otro eran tan equivalentes, o tan convincentes, que nos encontramos incapaces de hacer una elección.

En efecto, ¿qué ocurre cuando un individuo se enfrenta a dos posibilidades igualmente equivalentes, cuando no hay nada que determine su elección? Ahora bien, lo que permite al hombre escapar de la situación absurda del burro que se muere de hambre y sed entre un fardo de heno y un cubo de agua es que tiene esta libertad de indiferencia, es decir, esta libertad por la que nuestra voluntad tiene el poder de elegir espontáneamente y por propia iniciativa.

Esta situación de elección indiferente demuestra que el hombre está dotado de un libre albedrío, es decir, de una capacidad de elección que puede escapar a todo determinismo. Para Descartes, esta libertad de indiferencia, aunque considerada como «el grado más bajo de libertad», es al mismo tiempo la prueba de un libre albedrío puro que hace al hombre semejante a Dios (Meditación 4).

2) Segundo intento de demostrar el libre albedrío: el crimen de Lafcadio en Les Caves du Vatican de André Gide

André Gide, en Las bodegas del Vaticano, trata de ilustrar la posibilidad de que un ser humano realice un acto gratuito, es decir, un acto realizado sin razón, por el solo efecto de su libertad.

En la novela, el «héroe» Lafcadio viaja a Roma en tren y se encuentra solo en la noche, compartiendo su compartimento sólo con un anciano. A Lafcadio se le ocurre entonces una idea descabellada:

Lafcadio piensa, y con razón, que si no tiene motivos para llevar a cabo este crimen, entonces no tiene motivos. El vínculo entre el actor y el acto cometido es inexistente. Lafcadio pone especial cuidado en reforzar la gratuidad de su crimen: lo deja todo al azar y empieza a contar para someter su decisión de actuar o no actuar a la aparición de un fuego en la noche. Pero el azar es precisamente aquello que es fortuito, es decir, desprovisto de toda intención consciente y, por tanto, de motivación intrínseca… Y el crimen tiene lugar.

3) ¿Podemos decir que el acto de Lafcadio es gratuito?

El mérito de la novela de André Gide es que aborda la siguiente cuestión: ¿Es posible un acto gratuito? Sin embargo, se pueden plantear dos críticas para cuestionar esta posibilidad:

La primera crítica es que Lafcadio basa su acto en signos externos, en este caso la aparición o no de un incendio en el campo. Su acto está, pues, determinado por una exterioridad.

La segunda crítica es que la ausencia de motivación en el acto de Lafcadio es todo menos obvia: ¿no es una de sus principales motivaciones el propio deseo de probarse a sí mismo su libertad? Así que es muy posible sospechar que Lafcadio confunde la ausencia de motivos con lo que es en realidad una profunda ignorancia de los motivos de su acto.

El «acto gratuito» es, pues, una noción filosóficamente problemática: la voluntad de demostrar la propia libertad mediante un acto supuestamente sin motivo constituye, por sí misma, un motivo.

Transición: Surge entonces una nueva pregunta: ¿el sentimiento de libertad o la voluntad de realizar un acto indeterminado no es sólo una creencia? ¿No parece que sólo de forma ilusoria y superficial «experimento» mi libertad, a través de la ignorancia de las determinaciones que, sin embargo, están en juego?

Desarrollo del ensayo: Parte 2

II) La crítica determinista al libre albedrío

a) La ilusión antropocéntrica del libre albedrío: «El hombre no es un imperio dentro de un imperio» (Spinoza)

B. El proyecto filosófico de Spinoza, en la estela de la obra científica de Laplace, es denunciar las ilusiones del libre albedrío.

Así, en la tercera parte de la Ética, en la sección titulada Sobre el origen y la naturaleza de los afectos, Spinoza rechaza totalmente la idea de que el hombre ocupe un lugar privilegiado en la naturaleza.

En particular, Spinoza critica a Descartes por concebir al hombre como «un imperio dentro de un imperio», así como a todos los filósofos que creen que «el hombre perturba el orden de la Naturaleza en lugar de seguirlo, que tiene un poder absoluto sobre sus propias acciones y que sólo deriva su determinación de sí mismo».

El objetivo de Spinoza es mostrar que el hombre sigue las leyes comunes de la Naturaleza, como todas las cosas de este mundo.

b) La ilusión humana de libertad

En su carta a Schuller, extraída de su Correspondencia, Spinoza denuncia la ilusión del libre albedrío. Así, defiende una posición filosófica determinista según la cual todos los acontecimientos son absolutamente necesarios y la sensación que tenemos de ser libres es sólo una ilusión natural:

Y como este prejuicio es innato en todos los hombres, no se liberan fácilmente de él.

Según Spinoza, esta ilusión natural del hombre tiene dos causas que justifican la ilusión del hombre y no sólo su error. En primer lugar, la fuente de la ilusión humana del libre albedrío es la ignorancia de las causas que nos impulsan a actuar. Ahora bien, para tomar las cosas con rigor, el hombre está tan decidido a moverse bajo la influencia de causas externas como una piedra que recibe un impulso. Los hombres se creen libres cuando en realidad están limitados o determinados por su naturaleza. En segundo lugar, Spinoza deja claro que los hombres «presumen» de ser libres porque el deseo de serlo, aunque sea ilusorio, es mucho más gratificante para el orgullo humano que la idea de estar totalmente determinado.

c) La libertad se refiere entonces a la necesidad bien entendida

Así, en la carta a Schuller, Spinoza no llama a la libertad un decreto libre, sino una necesidad libre o una necesidad bien entendida: «Llamo libre, en lo que a mí respecta, a una cosa que es y actúa por la mera necesidad de su naturaleza».

Al igual que el comportamiento de los animales está determinado por el instinto, su entorno o las determinaciones biológicas, los actos y pensamientos de los hombres están a su vez determinados por múltiples factores, tanto internos como externos, cuya existencia y poder se ignoran a menudo: factores de origen fisiológico, psicológico, social, etc.

Por tanto, una de las aportaciones esenciales de la crítica spinozista al libre albedrío es mostrar que la creencia en la existencia del libre albedrío es la fuente de la alienación del hombre. En efecto, según Spinoza, no sólo el hombre está determinado, sino que esta ilusión natural del libre albedrío nos determina a no saber que estamos determinados y, por lo tanto, a estar determinados con mayor seguridad. Y no hay peor esclavo que el que se cree libre.

Transición: Por tanto, debemos aprender de la crítica spinozista al libre albedrío y reconocer que la idea de una libertad espontánea o de un sentimiento inmediato de libertad ya no es sostenible. ¿Es posible, pues, reconstruir un enfoque de la libertad que sea accesible al hombre?

Desarrollo del ensayo; 3ª y última parte

III) La libertad está por conquistar: de la liberación a la búsqueda de la autonomía

a) Ser libre es aprender a liberarse de las pasiones

Platón, en el Gorgias, se pregunta: ¿es mejor la vida del hombre con deseos insaciables o la del que se guía por la razón? En este diálogo entre Sócrates y Calicles, este último defiende el derecho al deseo como un derecho a ser poderoso, es decir, a poder poner las fuerzas de la propia energía e inteligencia al servicio de las pasiones, para darles el mayor alcance posible.

Así, Calicles prefiere los «barriles agujereados», ya que «el placer de la vida es verter lo máximo posible». Sócrates, en cambio, elige una vida ordenada, en la que los barriles del sabio «estarían en buenas condiciones».

En este diálogo, Platón pretende mostrar la ilusión en la que se encuentran hombres como Calicles, que creen que ser libre consiste en hacer lo que uno quiere, es decir, en cumplir todos sus deseos. Pero una vida así, guiada por deseos múltiples, polimorfos y sobre todo infinitos, conduce necesariamente al tormento y a la infelicidad. En efecto, el riesgo para un hombre como Calicles que decide llevar una vida destemplada y desordenada es convertirse en esclavo de sus propias pasiones y deseos.

A esta vida desordenada, Platón opone una vida guiada por la razón, encarnada por la sabiduría socrática. Sócrates encarna al hombre sabio que sabe distinguir entre los deseos que hay que perseguir y los que no hay que perseguir, que sabe gobernarse a sí mismo y que es capaz de alcanzar una verdadera autonomía de la voluntad.

b) Ser libre es ser responsable de los propios actos

Por consiguiente, la entrada en la auténtica libertad, en contraposición a la libertad ilusoria de los deseos infinitos, es la entrada en la verdadera autonomía y la capacidad de hacerse responsable de los propios actos y de rendir cuentas de ellos.

El reto de entrar en la auténtica libertad es, pues, el de la relación con uno mismo y con los demás. La libertad entra entonces en el campo de la reflexión moral, social y política. Así, en el sentido moral y jurídico, ser libre es ser reconocido como autónomo y responsable de sus acciones y elecciones, tanto ante uno mismo como ante la sociedad a la que pertenece.

En consecuencia, si la libertad es ilusoria o inaccesible, parece que la responsabilidad moral y jurídica de cada individuo, y por lo tanto la justicia, han terminado. El hecho de que nos sintamos libres, con razón o sin ella, nos obliga a actuar como si fuéramos realmente libres.

c) La libertad como condición del acto ético

Así, en la primera nota del prefacio a la Crítica de la razón práctica, Kant afirma que la libertad es la condición de posibilidad y la esencia (ratio essendi) de la vida moral del hombre, al igual que la vida moral del hombre es aquella por la que el hombre conoce la realidad de su libertad (es la ratio cognoscendi). Y Kant añade para aclarar: «(…) si la ley moral no estuviera primero claramente concebida en nuestra razón, nunca nos creeríamos autorizados a admitir una cosa como la libertad (…). Por otra parte, si no hubiera libertad, la ley moral no podría encontrarse en absoluto en nosotros.

Así, para Kant, para que el hombre sea moral, debe ser libre, pues si fuera obligado por una naturaleza inteligible a la bondad, la justicia y el altruismo, no sería más que un autómata espiritual, y si fuera obligado por su naturaleza sensible al egoísmo, no sería más que un mecanismo material.

Conclusión de nuestro ejemplo de ensayo filosófico

1) Resuma el enfoque adoptado en la tarea: ¿Es posible la libertad humana? A lo largo de nuestro trabajo hemos podido comprender la dificultad que existe para poder captar una verdadera «experiencia» de la libertad y, en consecuencia, la dificultad de demostrar realmente su existencia.

2) Para responder a la pregunta inicial: ¿Es la libertad una ilusión? Nuestro trabajo ha tratado, en todo caso, de demostrar que si la creencia en la libertad inmediata es ilusoria, incluso ingenua, la crítica spinozista nos ha permitido acceder a un enfoque de la libertad que puede permitirnos conservar la esperanza: en efecto, si el hombre no es libre, se le da, en cambio, la oportunidad de entrar en un proceso, en una conquista que puede asimilarse a la liberación mediante el uso de la razón y su entrada en la moral y la vida social.

3) Si es posible, proponer una apertura para una nueva reflexión: ¿Cómo pensar las consecuencias de una auténtica liberación del hombre en sus interacciones morales, sociales y políticas?

Vincent Boyer, profesor de filosofía en París.

Nota para los estudiantes: Esta redacción se les entrega como ejemplo y de forma gratuita. Copiar y pegar para una tarea solicitada por tu profesor no te ayudará a obtener una buena nota en el bachillerato. Además, los profesores están equipados con un software que detecta el copiar y pegar. Así que sería doblemente castigado…

Notas para los profesores: la misión de la-philosophie.com es promover y democratizar la enseñanza de la filosofía, de forma gratuita, y no proporcionar a los estudiantes material de copia-pega. El sitio es un modesto complemento de los cursos, especialmente los del último año.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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