La Metafísica

¿Qué es la Metafísica?

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La metafísica es la rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza de la existencia, el ser y el mundo. Podría decirse que la metafísica es el fundamento de la filosofía: Aristóteles la llama «filosofía primera» (o a veces sólo «sabiduría»), y dice que es la materia que se ocupa de «las causas primeras y los principios de las cosas».

Se plantea preguntas como:

  • «¿Cuál es la naturaleza de la realidad?»
  • «¿Cómo existe el mundo y cuál es su origen o fuente de creación?»
  • «¿Existe el mundo fuera de la mente?»
  • «¿Cómo puede la mente incorpórea afectar al cuerpo físico?»
  • «Si las cosas existen, ¿cuál es su naturaleza objetiva?»
  • «¿Existe un Dios (o muchos dioses, o ningún dios)?»

Originalmente, la palabra griega «metafísica» (literalmente «después de la física») sólo indicaba la parte de la obra de Aristóteles que venía, en su secuencia, después de los capítulos que trataban de la física. Posteriormente, los comentaristas medievales de los textos clásicos lo interpretaron erróneamente como aquello que está por encima o más allá de lo físico, por lo que con el tiempo la metafísica se ha convertido en el estudio de lo que trasciende a la física.

Aristóteles dividió originalmente su metafísica en tres secciones principales, que siguen siendo las principales ramas de la metafísica:

Ontología

El estudio del ser y la existencia, incluyendo la definición y clasificación de las entidades, físicas o mentales, la naturaleza de sus propiedades y la naturaleza del cambio

Teología natural

Estudio de Dios, incluida la naturaleza de la religión y del mundo, la existencia de lo divino, las cuestiones relativas a la creación y las demás cuestiones religiosas o espirituales

Ciencia universal

El estudio de los primeros principios de la lógica y el razonamiento, como la ley de no contradicción

La metafísica ha sido atacada, en diferentes momentos de la historia, por ser fútil y demasiado vaga, especialmente por David Hume, Immanuel Kant y A.J. Ayer. Tal vez sea más útil decir que una afirmación metafísica suele implicar una idea sobre el mundo o el universo, que puede parecer razonable pero que, en última instancia, no es empíricamente verificable, comprobable o demostrable.

Doctrinas principales de la Metafísica

Bajo el título de Metafísica, las principales doctrinas o teorías incluyen:

Existencia y conciencia

La existencia (el hecho o estado de seguir existiendo) es axiomática (lo que significa que no depende de nada para ser válida, y que no puede ser demostrada por ninguna premisa «más básica») porque es necesaria para todo conocimiento y no puede ser negada sin conceder su verdad (la negación de algo sólo es posible si la existencia existe). «La existencia existe» es, pues, un axioma que afirma que hay algo, por oposición a la nada.

La conciencia es la facultad que percibe e identifica las cosas que existen. En su famosa formulación «Cogito ergo sum» («Pienso, luego existo»), René Descartes argumentó que la conciencia es axiomática, porque no se puede negar lógicamente la existencia de la mente al mismo tiempo que se usa la mente para hacer la negación.

Sin embargo, lo que Descartes no dejó claro es que la conciencia es la facultad que percibe lo que existe, por lo que requiere algo fuera de sí misma para funcionar: requiere, y depende, de la existencia. La primacía de la existencia afirma que la existencia es primaria y la conciencia es secundaria, porque no puede haber conciencia sin que exista algo que percibir. La existencia es independiente de la conciencia, la hace posible y es un prerrequisito de la misma. La conciencia no es responsable de la creación de la realidad: depende completamente de la realidad.

Mente y materia

Los primeros debates sobre la naturaleza de la materia se centraron en la identificación de un único principio subyacente (monismo): el agua fue reivindicada por Tales, el aire por Anaxímenes, Apeiron (que significa «el infinito indefinido») por Anaximandro, y el fuego por Heráclito. Demócrito concibió una teoría atómica (Atomismo) muchos siglos antes de que fuera aceptada por la ciencia moderna.

La naturaleza de la mente y su relación con el cuerpo también ha ejercitado a los mejores cerebros durante milenios. Aquí hay un gran solapamiento con la Filosofía de la Mente, que es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de la mente, los eventos mentales, las funciones mentales, las propiedades mentales y la conciencia, y su relación con el cuerpo físico.

En el siglo XVII, Descartes propuso una solución dualista llamada Dualismo de la Sustancia (o Dualismo Cartesiano) según la cual la mente y el cuerpo están totalmente separados y son diferentes: lo mental no tiene extensión en el espacio, y lo material no puede pensar.

Los idealistas, como el obispo George Berkeley y la escuela idealista alemana, afirman que los objetos materiales no existen a menos que sean percibidos (el idealismo es esencialmente una teoría monista, más que dualista, en el sentido de que hay una única sustancia o principio universal).

Baruch Spinoza y Bertrand Russell adoptaron, de manera diferente, una teoría de doble aspecto llamada Monismo Neutral, que afirma que la existencia consiste en una única sustancia que en sí misma no es ni mental ni física, pero que es capaz de tener aspectos o atributos mentales y físicos.

En el último siglo, la ciencia (en particular la teoría atómica, la evolución, la tecnología informática y la neurociencia) ha demostrado muchas formas en las que la mente y el cerebro interactúan de manera física, pero la naturaleza exacta de la relación sigue abierta al debate. Por ello, la metafísica dominante en el siglo XX ha sido varias versiones del fisicalismo (o materialismo), una solución monista que explica la materia y la mente como meros aspectos de la otra, o derivados de una sustancia neutra.

Los objetos y sus propiedades

El mundo contiene muchas cosas individuales (objetos o particulares), tanto físicas como abstractas, y lo que estas cosas tienen en común entre sí se llaman universales o propiedades. Los metafísicos se interesan por la naturaleza de los objetos y sus propiedades, así como por la relación entre ambos (véanse las secciones sobre Realismo y Nominalismo).

El problema de los universales surge cuando se empieza a considerar en qué sentido es posible que una propiedad exista en más de un lugar al mismo tiempo (por ejemplo, un coche rojo y una rosa roja). Parece claro que hay muchas cosas rojas, por ejemplo, pero ¿existe una propiedad de «rojez»? Y si existe la «rojez», ¿qué clase de cosa es? Véase la sección sobre el realismo para profundizar en esta cuestión.

Cualquier objeto o entidad es la suma de sus partes (véase Holismo). La identidad de una entidad compuesta por otras entidades puede explicarse por referencia a la identidad de los bloques que la componen y a cómo interactúan. Una casa puede explicarse por referencia a la madera, el metal y el vidrio que se combinan de esa manera particular para formar la casa; o podría explicarse en términos de los átomos que la forman (véanse las secciones sobre Atomismo y Reduccionismo).

Identidad y cambio

La identidad es lo que hace que una entidad sea definible y reconocible, en términos de poseer un conjunto de cualidades o características que la distinguen de entidades de otro tipo (efectivamente, lo que hace que algo sea igual o diferente). Así, según Leibniz, si un objeto x es idéntico a un objeto y, entonces cualquier propiedad que tenga x, la tendrá también y viceversa (de lo contrario, por definición, no serían idénticos).

La Ley de la Identidad de Aristóteles (o Axioma de la Identidad) establece que para existir, un existente (es decir, una entidad que existe) debe tener una identidad particular. Una cosa no puede existir sin existir como algo, de lo contrario no sería nada y no existiría. Además, tener una identidad significa tener una única identidad: un objeto no puede tener dos identidades al mismo tiempo o en el mismo sentido. El concepto de identidad es importante porque explicita que la realidad tiene una naturaleza definida, lo que la hace conocible y, al existir de una manera determinada, no tiene contradicciones (cuando dos ideas hacen imposible la otra).

El cambio es la alteración de las identidades, ya sea una piedra que cae a la tierra o un tronco que se convierte en ceniza. Para que algo cambie (que es un efecto), es necesario que se actúe sobre él (que sea causado) por una acción previa. La causalidad es la ley que establece que cada causa tiene un efecto específico, y que este efecto depende de las identidades iniciales de los agentes implicados.

Intuimos que el cambio se produce con el tiempo (por ejemplo, un árbol pierde una hoja). Los antiguos griegos adoptaron algunas posturas extremas sobre la naturaleza del cambio: Parménides negaba que el cambio se produjera en absoluto, mientras que Heráclito pensaba que el cambio era omnipresente.

En la actualidad existen tres teorías principales que tratan el problema del cambio:

  • El esencialismo mereológico supone que las partes de un objeto son esenciales para él y, por tanto, que un objeto no puede persistir a través de ningún cambio de sus partes.
  • El perdurantismo sostiene que los objetos son efectivamente entidades cuatridimensionales compuestas por una serie de partes temporales como los fotogramas de una película (trata el árbol, pues, como una serie de etapas del mismo).
  • El endurantismo, en cambio, sostiene que un objeto completo -y el mismo objeto- existe en cada momento de su historia, (de modo que el mismo árbol persiste independientemente de cuántas hojas pierda).

Espacio y tiempo

La posición realista tradicional es que el tiempo y el espacio tienen una existencia independiente de la mente humana. Los idealistas, sin embargo, afirman que el espacio y el tiempo son construcciones mentales utilizadas para organizar las percepciones, o que son irreales por otros motivos.

Descartes y Leibniz creían que, sin los objetos físicos, el «espacio» no tendría sentido porque el espacio es el marco en el que entendemos cómo se relacionan los objetos físicos entre sí. Sir Isaac Newton, en cambio, defendía un espacio absoluto («espacio contenedor»), que puede seguir existiendo en ausencia de materia. Con los trabajos de Sir Albert Einstein, el péndulo volvió a inclinarse por el espacio relacional, en el que el espacio se compone de relaciones entre objetos, lo que implica que no puede existir en ausencia de materia.

Aunque Parménides negó por completo el flujo del tiempo en la antigüedad, de lo que se hizo eco más recientemente el idealista británico J.M.E. McTaggart (1866 – 1925), gran parte del debate, tanto en filosofía como en física, se ha centrado en la dirección del tiempo («la flecha del tiempo»), y en si es reversible o simétrico. En cuanto a si los objetos persisten en el tiempo, se aplica la dicotomía endurantismo / perdurantismo descrita anteriormente.

Religión y espiritualidad

La teología es el estudio de Dios y de la naturaleza de lo divino. A veces se considera una rama separada de la filosofía, la Filosofía de la Religión (véase esa sección para más detalles). Se plantea preguntas como:

  • ¿Interviene la Divinidad directamente en el mundo (teísmo), o su única función es ser la causa primera del universo (deísmo)?
  • ¿Existe un Dios (Monoteísmo), muchos dioses (Politeísmo) o ninguno (Ateísmo o Humanismo), o es imposible saberlo (Agnosticismo)?
  • ¿Dios y el universo son idénticos (panteísmo, monismo) o son diferentes (panenteísmo, dualismo)?
  • ¿La creencia religiosa depende de la fe y la revelación (fideísmo) o de la razón (deísmo)?

Dentro de la filosofía occidental, la filosofía de la religión, y la teología en general, alcanzaron su punto álgido con las escuelas de pensamiento cristianas medievales como la escolástica.

Necesidad y posibilidad

Un hecho necesario es verdadero en todos los mundos posibles (es decir, no podríamos imaginar que fuera de otra manera). Un hecho posible es aquel que es verdadero en algún mundo posible, aunque no en el mundo real. Esta idea de los mundos posibles fue introducida por primera vez por Gottfried Leibniz, aunque otros la han tratado con mucho más detalle desde entonces, especialmente el filósofo analítico estadounidense David Lewis (1941 – 2001) en su teoría del Realismo Modal.

El concepto de necesidad y contingencia (otro término utilizado en filosofía para describir la posibilidad de que algo ocurra o no ocurra) es también fundamental para algunos de los argumentos utilizados para justificar la existencia o inexistencia de Dios, en particular el Argumento Cosmológico de la Contingencia (véase la sección de Filosofía de la Religión para más detalles).

Objetos abstractos y matemáticas

Algunos filósofos sostienen que existen objetos abstractos (como los números, los objetos matemáticos y los entes ficticios) y universales (propiedades que pueden poseer múltiples objetos, como la «rojez» o la «cuadratura»), los cuales están fuera del espacio y del tiempo y/o son causalmente inertes.

El realismo, mejor ejemplificado por Platón y sus Formas Platónicas, enseña que los universales existen realmente, de forma independiente y de algún modo anterior al mundo.

Por otro lado, el nominalismo sostiene que no existen realmente los objetos abstractos, que sólo existen como nombres, porque un mismo objeto no puede existir en varios lugares simultáneamente.

El realismo moderado, propugnado por Aristóteles entre otros, trata de encontrar un punto intermedio entre el nominalismo y el realismo, y sostiene que no hay un reino como tal en el que existan los universales, sino que se encuentran en el espacio y el tiempo dondequiera que se manifiesten. El Conceptualismo, la doctrina de que los universales sólo existen en la mente y no tienen una realidad externa o sustancial, es también una solución intermedia.

Otras posiciones, como el formalismo y el ficcionalismo, no atribuyen ninguna existencia a las entidades matemáticas y son antirrealistas.

La filosofía de las matemáticas se solapa con la metafísica en este ámbito.

Determinismo y libre albedrío

El determinismo es la proposición filosófica según la cual todo acontecimiento, incluidas la cognición, la decisión y la acción humanas, está determinado causalmente por una cadena ininterrumpida de sucesos anteriores. Por tanto, en cualquier instante sólo hay un futuro físicamente posible, y nunca se producen acontecimientos aleatorios, espontáneos, misteriosos o milagrosos.

Esto postula que no existe el libre albedrío, donde los agentes racionales pueden ejercer el control sobre sus propias acciones y decisiones. Los incompatibilistas (o deterministas duros), como Baruch Spinoza, consideran que el determinismo y el libre albedrío se excluyen mutuamente. Otros, denominados compatibilistas (o deterministas blandos), como Thomas Hobbes, creen que las dos ideas pueden conciliarse coherentemente.

Cabe señalar que el determinismo no significa necesariamente que la humanidad o los seres humanos individuales no tengan ninguna influencia en el futuro (lo que se conoce como fatalismo), sino que el nivel de influencia de los seres humanos sobre su futuro depende del presente y del pasado.

Cosmología y Cosmogonía

La cosmología es la rama de la metafísica que se ocupa del mundo como la totalidad de todos los fenómenos en el espacio y el tiempo. Históricamente, suele tener su origen en la religión; en su uso moderno, aborda cuestiones sobre el mundo y el universo que están fuera del alcance de la ciencia física. La cosmogonía trata específicamente del origen del universo, pero ambos conceptos están estrechamente relacionados.
Los panteístas, como Spinoza, creen que Dios y el universo son lo mismo. Los panenteístas, como Plotino, creen que todo el universo es parte de Dios, pero que Dios es más grande que el universo. Los deístas, como Voltaire, creen que Dios creó el universo, puso todo en movimiento y luego no tuvo nada más que ver con él. Véase la sección sobre Filosofía de la Religión para más detalles.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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