Protágoras – Diálogo de Platón

Resumen del Protágoras de Platón Gorgias

El Platonismo filosofia foto

El Protágoras es un texto extrañamente inconexo. En una primera lectura, las diferentes secciones del diálogo pueden parecer que tienen poco que ver entre sí. De hecho, existen conexiones entre estas partes aparentemente dispares, aunque no suelen estar en el nivel de la narrativa, el tema argumentativo explícito o el estilo literario. El diálogo comienza con una conversación entre Sócrates y un amigo anónimo.

El resto del diálogo se presenta como contado por Sócrates a este amigo. Sin embargo, el amigo no vuelve a aparecer al final del diálogo, por lo que el texto queda extrañamente inacabado como narración. La historia que cuenta Sócrates tiene que ver con la presencia en Atenas del célebre sofista Protágoras, a la sazón el pensador más famoso de Grecia. Sócrates relata cómo es despertado por un amigo, Hipócrates, que está entusiasmado por la llegada de Protágoras, y que pretende convertirse en discípulo de éste. Pero cuando Sócrates interroga a Hipócrates sobre lo que espera aprender de Protágoras, éste es incapaz de responder. Los dos se disponen a preguntar al propio Protágoras qué es exactamente lo que enseña.

El diálogo principal comienza cuando Sócrates empieza a interrogar a Protágoras sobre lo que enseña a sus alumnos. Protágoras afirma que educa a sus alumnos en la política y en el manejo de los asuntos personales. Pero Sócrates se pregunta si realmente es una materia que se puede enseñar. Protágoras responde con un largo discurso sobre la creación del mundo. La virtud sí es enseñable, argumenta Protágoras, porque los sistemas políticos se basan en que todos los ciudadanos pueden poseer la virtud. Del mismo modo, los sistemas de justicia penal se basan en la noción de que las personas pueden ser reformadas, es decir, enseñadas a ser virtuosas. Sócrates cambia entonces el tema de discusión para centrarse más precisamente en lo que es exactamente la virtud. ¿Es una cosa o muchas cosas? Pero esta línea de argumentación no ha avanzado mucho antes de que el diálogo se rompa por completo. Sócrates y Protágoras comienzan a discutir sobre la extensión de sus respuestas a las preguntas del otro: Sócrates es partidario de las respuestas cortas y de las preguntas rápidas, mientras que Protágoras prefiere poder responder largamente. Otros interlocutores se interponen y persuaden a los dos para que vuelvan al tema en cuestión. Protágoras interroga primero a Sócrates, y luego éste toma su turno.

Protágoras aprovecha la ocasión para cambiar el tema a un poema de Simónides. Tras señalar una contradicción, Protágoras reta a Sócrates a responder. El argumento de Sócrates es ingenioso: interpreta el poema como una reacción a la afirmación de Pittacus, un sabio, de que es difícil ser bueno. En la interpretación de Sócrates, el poema sostiene que es difícil llegar a ser bueno, pero que es imposible ser bueno todo el tiempo, ya que los humanos se ven obligados a comportarse mal por las inevitables desgracias. Sócrates profundiza entonces: la desgracia no significa aquí pobreza o escasez, sino ignorancia. Según Sócrates, el único mal es la falta de conocimiento, porque es imposible comportarse mal sabiendo lo que es bueno.

Sócrates continúa con esta línea de razonamiento cuando le toca hacer preguntas a Protágoras. El único bien, razona Sócrates, es el placer; cometer una acción mala es optar, sin saberlo, por el dolor en lugar del placer. Lo que se necesita es una técnica que pueda identificar indefectiblemente cuál es el curso de acción más placentero en cualquier situación. Una vez que Protágoras ha aceptado esta postura, Sócrates argumenta que la cobardía consiste en no temer lo correcto y en temer lo que no se debe temer. El valor, por tanto, es también una forma de conocimiento. Protágoras ha aceptado previamente que la sabiduría, la templanza, la justicia y la santidad nombran la misma cosa: la virtud. Sócrates ha demostrado (al menos para satisfacción de Protágoras) que el valor también es sinónimo de estos otros términos, y que la virtud misma es simplemente otro nombre para el conocimiento. Si la virtud es conocimiento, entonces se puede enseñar. Así, tanto Protágoras como Sócrates terminan argumentando lo contrario de sus posiciones al principio del texto, y el diálogo termina con Sócrates quejándose de una cita perdida.

Temas Importantes del Diálogo

Hipias

Hipias, junto con Protágoras y Pródico, es uno de los sofistas visitantes cuya presencia en Atenas provoca la excitación de Hipócrates al principio de este diálogo. Las fechas de nacimiento y muerte de Hipias no están claras, pero probablemente era más joven que Protágoras. Enseñó una serie de materias que incluían las matemáticas, la historia y la ciencia, pero fue más famoso por la exposición y la crítica de obras literarias. Platón indica su opinión más bien desaprobatoria sobre el talento de Hipias en la línea 347b, donde Hipias se ofrece a dar una lectura de un poema de Simónides que es discutido por Sócrates y Protágoras; los otros rechazan su oferta.

Conocimiento

«Conocimiento» es la traducción habitual de la palabra griega episteme. Sin embargo, es un error pensar que este conocimiento es un conjunto de información que se puede comunicar de forma sencilla. La episteme incluye también los tipos de conocimientos a los que se refieren más frecuentemente palabras como oficio, profesión, arte o ciencia. El tipo de conocimiento del que habla Sócrates es, por tanto, más parecido al conocimiento de una lengua, o a la habilidad para tocar música; contiene elementos de teoría que pueden ser expuestos mediante reglas verbales, pero también contiene un elemento práctico. Podemos descubrir algún sentido de lo que implica esto rastreando las raíces de la palabra «ética», que es la forma central de conocimiento sobre la que discuten Sócrates y Protágoras. La raíz griega de ética, ethos, denota los hábitos de una persona, o el carácter interno de su comportamiento. La ética de una persona se encarna en todos sus hábitos. Para ser verdaderamente conocido, la virtud debe infiltrarse y dar forma a todos los aspectos de la vida. Una vez que se entiende el conocimiento de esta manera, la afirmación de Sócrates de que es imposible cometer una acción mala a sabiendas de que es mala empieza a tener más sentido. Sin embargo, la cuestión de cómo se puede aprender ese conocimiento no se responde explícitamente en el diálogo, aunque los elementos de la forma del diálogo socrático proporcionan pistas.

Prodicus

Otro sofista, Pródico, era conocido como profesor de retórica, especializado en establecer finas distinciones entre los significados de las palabras. En el Protágoras, Platón parodia esta argucia verbal (especialmente en el pasaje 337a-c). Sin embargo, Sócrates se refiere a sí mismo como alumno de Pródico, tanto en el Protágoras (341a), como en algunos otros diálogos.

Protágoras

Protágoras fue el sofista más famoso de su época. Nacido en torno al año 485, en el momento de su muerte, en el año 415, ya era famoso como profesor de retórica y política en toda Grecia. Su doctrina más famosa, la de que «el hombre es la medida de todas las cosas», indica que sus opiniones implicaban una forma temprana de relativismo moral. Esta es también una posible interpretación de su análisis del concepto de bien (334a-c), donde afirma que una cosa es buena sólo en la medida en que es buena para algo. El resumen de Sócrates de su propia posición -que «todas las cosas son conocimiento-justicia, templanza y valor» (361b)- sigue de cerca la sintaxis griega de la famosa doctrina de Protágoras, y debe entenderse como una contestación directa a la misma. Para Sócrates, no es el hombre quien mide todas las cosas, sino el conocimiento que incorpora y estructura todas las formas del bien. A pesar de esta diferencia filosófica fundamental, la representación que Platón hace de Protágoras es respetuosa cuando se la compara con su parodia de Hipias y Pródico, o con su representación de los sofistas en otros diálogos. Si Protágoras sostiene puntos de vista falsos, es, sin embargo, un interlocutor digno para Sócrates, y permite a éste elaborar en detalle algunos de sus propios argumentos. Tal vez esto explique por qué el diálogo es tan inconcluso, y por qué muchos de los argumentos de Sócrates no son del todo convincentes.

Sofista

El término «sofista» procede de la palabra griega sophistes, que significa persona sabia o experta. Sin embargo, en gran medida gracias a la obra de Platón y Aristóteles, la sofística se ha convertido en sinónimo de razonamiento engañoso (argumentos que parecen lógicos pero que, en realidad, son falsos). Como tal, el sofisma connota una actitud irresponsable hacia la filosofía. Los ataques de Platón a la sofística se basan en estos dos factores: critica a los sofistas por aceptar un pago por sus servicios y por enseñar a ganar las discusiones independientemente de la verdad de lo que se argumenta. Un poco como los abogados actuales, los sofistas eran considerados lenguas de alquiler, más interesados en ganar dinero e impresionar con su pirotecnia retórica que en descubrir la verdad del asunto en cuestión. Más recientemente, la controversia entre la sofística y los pensadores platónicos se ha interpretado como un conflicto entre los movimientos sociales democráticos y las fuerzas aristocráticas conservadoras. En esta interpretación, Platón sospecha que la sofística enseña habilidades argumentativas a cualquiera que sea capaz de pagar, y por lo tanto amplía demasiado el círculo de los que pueden pensar críticamente. Sin embargo, su interpretación clasista de los sofistas en los diálogos platónicos sigue siendo controvertida. En el Protágoras, los sofistas son Hipias, Pródico y el propio Protágoras.

Silogismo

Los silogismos son formas de argumentación en las que las conclusiones se derivan inevitablemente de dos o más premisas, y en las que no se incluyen premisas innecesarias. Por ejemplo, las dos afirmaciones «todos los humanos son mamíferos» y «todos los mamíferos tienen escamas», cuando se toman juntas, deben dar como resultado «todos los humanos tienen escamas». Tanto si el argumento es verdadero como si no, la lógica de la forma garantiza que la conclusión se desprende de las premisas. Por ello, la lógica silogística requiere un examen muy minucioso de las premisas antes de aceptarlas.

La virtud

El Protágoras se ocupa principalmente del concepto de virtud: ¿qué es la virtud y cómo se adquiere? El término griego arete suele traducirse por «virtud», pero también puede significar excelencia, buena disposición o incluso valor. Por lo tanto, entender aquí que «virtud» se refiere únicamente a la moral es un error. «Virtud» puede referirse también a las buenas cualidades de las cosas, objetos y formas de comportamiento que no se incluyen inmediatamente en la noción de virtud moral. Es importante recordar esto cuando se considera la diferencia entre las ideas de Sócrates y Protágoras sobre cómo se puede enseñar la virtud. Si la virtud puede ser considerada como un conjunto de doctrinas verbales, o reglas morales, entonces es fácil ver cómo podría formar la base de un sistema de educación. Si, por el contrario, la virtud no puede extraerse tan fácilmente de las formas sociales y los modos de vida, sino que es una cualidad única y unitaria, resulta mucho más difícil ver cómo puede enseñarse. Una forma de entender el Protágoras es que se trata de un debate basado en estos dos conceptos diferentes de la virtud. Al final, Sócrates tiene la sartén por el mango -la virtud es una forma de conocimiento, como ha argumentado-, pero lo que es ese conocimiento (episteme) y cómo puede adquirirse son cuestiones que quedan por investigar.

 

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

Shares