Análisis Filosófico de Tiempos modernos

Tiempos modernos, o la filosofía social de Charlie Chaplin

Tiempos modernos - Charlie Chaplin foto pelicula

Tiempos modernos de Charlie Chaplin (estrenada en 1936) es sin duda una referencia para la filosofía por la sutil filosofía social que presenta.

La primera imagen de la película muestra un reloj gigante en el que el segundero se mueve inexorablemente hacia arriba. El símbolo es claro: la gente vive bajo la tiranía del tiempo medido mecánicamente, la dictadura del reloj. Este reloj representa la deshumanización del hombre moderno.

Resumen de los tiempos modernos :

Los trabajadores salen en masa de la estación de metro y se dirigen a la fábrica como un rebaño. Sólo una de estas ovejas, el héroe, está ennegrecida por la suciedad de la fábrica, símbolo de su diferencia y del papel que tendrá que desempeñar. El trabajo en la cadena de montaje tiene lugar en una fábrica ultra-automatizada y está dirigido por un individuo distante y misterioso, que supervisa con la ayuda de grandes pantallas, señal de su distancia con los trabajadores. El papel del héroe en la línea es apretar los tornillos de las tablas. Al igual que sus compañeros, el héroe se convierte en una máquina para seguir el ritmo de la producción, cuando la más mínima distracción podría ralentizar la línea. Incapaz de pensar, el héroe no es más que una extensión de la máquina, un robot. La fábrica le ha despojado de su sentido crítico, es decir, de su humanidad.

Análisis de los tiempos modernos :

A primera vista, Tiempos Modernos parece una parodia del fordismo, el nuevo modo de producción inventado por Henry Ford, basado en la especialización y la división de tareas para aumentar la productividad de los trabajadores. Pero la película no sólo tiene un alcance económico, sino un objetivo social: la defensa del hombre como hombre.

Chaplin y Marx:

Chaplin denuncia la alienación, retomando así un tema muy querido por Karl Marx, generada no sólo por el trabajo en cadena, sino por todo el sistema económico capitalista. Como el hombre ya no es dueño de los bienes que produce, ya no se pertenece a sí mismo. Se convierte en un extraño para sí mismo, una pura fuerza de trabajo a merced de los propietarios de los medios de producción. Sin embargo, Chaplin no aboga por el socialismo, no dibuja una solución social, su película es esencialmente de denuncia.

Otro tema marxiano es la lucha de clases: Chaplin materializa las relaciones de producción de forma bastante cruda. Los trabajadores están en la parte inferior de la línea, los gerentes en la parte superior. Pero Chaplin parece indicar que todos son víctimas del mismo sistema, ya que incluso el gerente toma pastillas para resistir la presión del entorno.

Chaplin y el papel de la tecnología

El hombre que se ha convertido en una máquina no es más que un esclavo de las máquinas que le rodean. Esto también hace referencia al mito de Frankenstein, que indica la posibilidad de que el hombre se vea superado por las tecnologías que crea. La fábrica, según Chaplin, ha pasado de ser una técnica útil para el hombre a un símbolo de la pérdida de control del hombre sobre los objetos que ha creado.

Peor aún, las máquinas se independizan del hombre al no necesitarlo para funcionar (como se muestra en la escena de la pausa para el almuerzo).

La siguiente escena, en la que el héroe provoca la quiebra general de la fábrica, es una oportunidad para mostrar su alegría, por primera vez desde el principio de la película. Así, la espontaneidad de la risa se construye sobre la negación de las máquinas y la mecanización (lo que remite al análisis de Bergson sobre la risa). Esta escena sugiere la posibilidad de que el hombre corrija la empresa deshumanizadora que ha emprendido contra sí mismo. Pero la solución parece peor que la enfermedad. En efecto, internado en un hospital psiquiátrico y luego liberado, Chaplin tiene que enfrentarse a la Gran Depresión y al cierre de las fábricas. La situación es al menos tan difícil como en la fábrica. Mientras deambula por las calles, Charlie ve caer una bandera roja de advertencia desde un camión. Lo coge y lo agita para indicar al conductor que se detenga. El conductor no se da cuenta, pero una manifestación masiva de parados se coloca detrás de la bandera, símbolo de su lucha. Chaplin se convierte así, sin saberlo, en el abanderado de la ira de los trabajadores. Detenido como líder del movimiento, se da cuenta de que la vida de un preso es más agradable que la de un obrero o un parado. Finalmente liberado, Chaplin se involucra con una joven cuyo estado es precario. Acaban encontrando una frágil felicidad en un cabaret, como artistas.

Tiempos modernos, más allá de su intención y de su fuerza cómica, es una brillante reflexión sobre la condición del hombre moderno. Rodada en los años 30, esta película conserva una verdadera fuerza crítica, una actualidad y una fuerte pertinencia en la actualidad.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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