Desencanto en Filosofía

¿Qué es la Desencanto en Filosofía?

Desencanto en Filosofía y sociología, la supuesta condición del mundo una vez que la ciencia y la Ilustración han erosionado el dominio de la religión y la superstición. El concepto de desencanto, así definido, subraya los papeles opuestos de la ciencia y la religión en la sociedad moderna. Se atribuye al sociólogo alemán Max Weber la popularización del término en una conferencia pronunciada en 1918.

Weber utilizó la palabra alemana Entzauberung, traducida al español como «desencanto», pero que literalmente significa «des-magia-ción». En términos más generales, la palabra connota la ruptura de un hechizo mágico. Para Weber, el advenimiento de los métodos científicos y el uso de la razón ilustrada significaban que el mundo se hacía transparente y se desmitificaba. Los relatos teológicos y sobrenaturales del mundo que implicaban dioses y espíritus, por ejemplo, dejaron de ser plausibles. En su lugar, se confiaba en la capacidad de la ciencia para explicarlo todo en términos racionales. Pero, para Weber, el efecto de esa desmitificación fue que el mundo perdió misterio y riqueza. Se volvió desencantado y desencantador, predecible e intelectualizado. En ese sentido, el desencanto del mundo es la otra cara alienante e indeseable del progreso científico.

De hecho, Weber no tenía muchas cosas buenas que decir sobre el proceso de desencantamiento. Por ejemplo, en un mundo desencantado, la vida pública decae porque los valores trascendentes ya no se encuentran en la comunidad ni en la política, sino que la gente busca la satisfacción emocional en las relaciones privadas. Según Weber, estas consecuencias indeseables del desencanto pueden atribuirse sobre todo al hecho de que la ciencia llena inadecuadamente el vacío dejado por la disminución de la religión: la ciencia puede ser capaz de aclarar cuestiones de valores y morales, pero en última instancia es incapaz de responderlas. Sin embargo, un retorno a la religión a la antigua usanza también es una solución inferior, pues ello representaría un repliegue sobre las creencias obsoletas e infundadas del pasado. La insuficiencia tanto de la ciencia como de la religión produce un impasse fundamental en el mundo moderno, pensaba Weber.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los filósofos Max Horkheimer y Theodor Adorno se basaron en Weber para señalar que los intentos de la ciencia por desencantar el mundo sólo daban lugar a una especie de retorno de lo reprimido: la irracionalidad que había sido aplastada por la razón ilustrada regresaba en forma de violencia y barbarie. Teóricos políticos y filósofos posteriores como Jane Bennett y Charles Taylor trataron de cuestionar las premisas mismas de la tesis de Weber de que la ciencia sólo sirve para desencantar el mundo y disipar el sentimiento espiritual.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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