Biografía de Demócrito

¿Quién fue Demócrito?

Demócrito filosofo foto

Demócrito (c. 460 – 370 a.C.), a veces conocido como el «filósofo de la risa», fue un filósofo griego presocrático de Tracia, en el norte de Grecia. Junto con su maestro, Leucipo, fue el fundador de la escuela filosófica griega del Atomismo y desarrolló un relato materialista del mundo natural.

Aunque fue contemporáneo de Sócrates, se le suele considerar presocrático en el sentido de que su filosofía y su enfoque se asemejan más a otros pensadores presocráticos que a Sócrates y Platón.

Vida

Demócrito nació en Abdera, una ciudad de Tracia, en el norte de Grecia, que originalmente había sido poblada por colonos griegos procedentes de la ciudad jónica de Teos, en la actual Turquía). La fecha de su nacimiento se suele situar en el año 460 a.C., aunque algunas autoridades defienden que fue hasta diez años antes, y otras que fue unos años después.

Su padre era muy rico, e incluso había recibido al rey persa Jerjes en su marcha por Abdera. Según algunos relatos, Demócrito estudió astronomía y teología de algunos de los magos (sabios) que Jerjes dejó en Abdera en agradecimiento.

A la muerte de su padre, Demócrito gastó su herencia en extensos viajes a países lejanos, para satisfacer su sed de conocimiento. Se dice que viajó a Persia, Babilonia (actual Irak), Asia (hasta la India), Etiopía y Egipto (donde vivió cinco años, quedando especialmente impresionado por los matemáticos egipcios). También viajó por Grecia para conocer su cultura y a los filósofos griegos (es posible que conociera al médico Hipócrates (c. 460 a.C.) y a Sócrates, y posiblemente también a Anaxágoras, a quien elogia en su propia obra), y su riqueza le permitió comprar sus escritos. Era conocido como uno de los eruditos más viajeros de su tiempo.

Al regresar a su tierra natal, (ya sin medios de subsistencia), se estableció con su hermano Damosis, y se dedicó a la filosofía natural y a dar conferencias públicas para pagarse el viaje. Su mayor influencia fue sin duda Leucipo, con quien se le atribuye la cofundación del atomismo. Hacia el año 440 o 430 a.C., Leucipo había fundado una escuela en Abdera, y Demócrito se convirtió en su alumno estrella. No existen escritos que puedan atribuirse positivamente a Leucipo, por lo que es prácticamente imposible identificar qué ideas eran exclusivas de Demócrito y cuáles son de Leucipo, o cualquier punto de vista sobre el que estuvieran en desacuerdo.

Según las anécdotas, Demócrito era conocido por su desinterés, modestia y sencillez, y parecía vivir únicamente para sus estudios, rechazando los honores públicos que se le ofrecían. Una historia cuenta que se cegó deliberadamente para no ser molestado en sus actividades, aunque es más probable que perdiera la vista en la vejez. Siempre estaba alegre y dispuesto a ver el lado cómico de la vida, y se le conocía cariñosamente como el «Filósofo de la Risa» (aunque algunos escritores sostienen que se reía de las tonterías de otras personas y también se le conocía como «El Burlón»). Sus conocimientos de los fenómenos naturales (como el diagnóstico de enfermedades y la predicción del tiempo) le dieron fama de ser una especie de profeta o adivino.

Se cree que murió a los 90 años, en torno al 370 a.C., aunque algunos autores le atribuyen más de cien años de edad.

Obra

Diógenes Laercio, el historiador de los primeros filósofos griegos del siglo III, enumera un gran número de obras de Demócrito, que abarcan la ética, la física, las matemáticas, la música y la cosmología, incluidas dos obras llamadas «Gran sistema del mundo» y «Pequeño sistema del mundo». Sin embargo, sus obras sólo han sobrevivido en informes de segunda mano, a veces poco fiables o contradictorios. Gran parte de las mejores pruebas proceden de Aristóteles, que fue quizás el principal crítico del atomismo, aunque alabó a Demócrito por argumentar a partir de consideraciones sólidas, y consideró a Demócrito un importante rival en la filosofía natural.

Como muchas otras filosofías presocráticas, el atomismo de Leucipo y Demócrito fue en gran medida una respuesta a la inaceptable afirmación de Parménides de que el cambio era imposible sin que algo procediera de la nada (lo que es en sí mismo imposible), y por tanto cualquier cambio o movimiento percibido era meramente ilusorio.

En la versión atomista, existen múltiples principios materiales inmutables que se reorganizan constantemente para afectar a lo que vemos como cambios. Estos principios son bloques de construcción muy pequeños, indivisibles e indestructibles, conocidos como átomos (del griego «atomos», que significa «no cortable»). Toda la realidad y todos los objetos del universo se componen de diferentes disposiciones de estos átomos eternos y de un vacío infinito, en el que forman diferentes combinaciones y formas.

En esta teoría no hay lugar para el concepto de Dios, y esencialmente el atomismo es un tipo de materialismo o fisicalismo, además de ser ateo y determinista en su perspectiva. Sin embargo, Demócrito permitía la existencia del alma humana, que consideraba compuesta por un tipo especial de átomo esférico, en constante movimiento, y explicaba los sentidos de forma similar.

En Epistemología, Demócrito distinguía dos tipos de conocimiento: «bastardo» (conocimiento subjetivo e insuficiente, obtenido por la percepción a través de los sentidos), y «legítimo» (conocimiento genuino obtenido por el procesamiento de este conocimiento «bastardo» poco fiable mediante el razonamiento inductivo).

En el campo de la ética, Demócrito perseguía un tipo de hedonismo o epicureísmo primitivo. Fue uno de los primeros pensadores en plantear explícitamente un bien o meta suprema, que denominó alegría o bienestar (véase la sección sobre el eudaimonismo) y que identificó con el disfrute sin problemas de la vida. Consideraba que esto se podía conseguir mediante la moderación en la búsqueda del placer, distinguiendo los placeres útiles de los perjudiciales y ajustándose a la moral convencional. Se le cita diciendo: «El hombre valiente es el que vence no sólo a sus enemigos, sino también a sus placeres».

Demócrito fue también un pionero de las matemáticas y la geometría, y produjo obras tituladas «Sobre los números», «Sobre la geometría», «Sobre las tangencias», «Sobre la cartografía» y «Sobre los irracionales», aunque estas obras no han sobrevivido. Sabemos que fue uno de los primeros en observar que un cono o una pirámide tienen un tercio del volumen de un cilindro o un prisma, respectivamente, con la misma base y altura.

También fue el primer filósofo que conocemos que se dio cuenta de que el cuerpo celeste que llamamos Vía Láctea está formado en realidad por la luz de estrellas lejanas, a pesar de que muchos filósofos posteriores (incluido Aristóteles) argumentaron en contra. También fue uno de los primeros en proponer que el universo contiene muchos mundos, algunos de los cuales pueden estar habitados. Dedicó muchos de los últimos años de su vida a investigar las propiedades de los minerales y las plantas, aunque no tenemos constancia de las conclusiones a las que pudo llegar.

 

 

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

Shares