Filosofía de Platón

PLATÓN

El Platonismo filosofia foto

Platón es quizá el filósofo más importante de la Historia de la Filosofía, sobre todo porque planteó casi todos los problemas que durante más 2.500 años han intentado resolver los filósofos posteriores. Además, ofreció una concepción del mundo que a través del cristianismo ha tenido una gran influencia en Occidente.

1. ONTOLOGÍA

La ontología de Platón es dualista. Cree que hay dos mundos: este mundo físico cambiante y el mundo de las Ideas permanente y eterno.
Su maestro Sócrates buscó las definiciones universales de los conceptos morales en este mundo sensible. Según Platón, este fue su error, pues del mundo cambiante es imposible extraer una verdad permanente. Eso ya lo vio Heráclito, o su discípulo Crátilo: no hay verdad si todo cambia. Por tanto, Platón ve necesaria la existencia de un mundo separado de lo sensible, un mundo de realidades inmutables que, por un lado, van a ser el modelo perfecto de este mundo físico imperfecto y, por otro lado, van a ser el objeto de un conocimiento universal y absoluto al que Platón aspira. Estas realidades reciben el nombre de Ideas.
Las características de las Ideas son las siguientes: inmateriales, inmutables (no cambian), eternas (no nacen ni mueren), perfectas (no les falta nada), absolutas (no dependen de nada), universales (válidas para los particulares con ese nombre), únicas (solo hay una Idea para cada tipo de particulares), originales o modelos (de las cosas físicas) e inteligibles (pensables por la razón).
En contraposición, los seres físicos son materiales, cambiantes, temporales (nacen y mueren), imperfectos, relativos (dependen de las Ideas), particulares (distintos entre sí), plurales (múltiples frente a una sola Idea), copias (de las Ideas) y sensibles (se captan por los sentidos).

Dentro del mundo de las Ideas hay una jerarquía. En la base están las ideas de los seres físicos y las Ideas matemáticas. En el nivel superior están las Ideas éticas y estéticas (Justicia, Belleza…). En La República Platón sitúa en el vértice superior de esta jerarquía a la Idea del Bien.

La relación entre las cosas físicas y las Ideas es de participación o de imitación. Que una cosa participe de una Ideas significa que tiene parte de esa Idea (nunca el todo) y en cierta manera la Idea está presente en la cosa, p.ej. la Idea de Belleza estaría en parte presente en un rostro bello.
Que una cosa imite una Idea significa que es una copia imperfecta de ese modelo ideal, separado en otro mundo.
En todo caso, lo que haya de inteligible en este mundo físico se debe a las Ideas.

En una de sus últimas obras, el Timeo, Platón nos cuenta el origen de este mundo físico. Siendo eternas tanto las Ideas como la materia caótica, el Demiurgo (una divinidad) dio forma y orden a la materia tomando como modelos a las Ideas. Las copias no podían tan perfectas como el original porque la materia siempre introduce imperfección.

2. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Así como la ontología de Platón era dualista, también es dualista su teoría del conocimiento. En efecto, de una realidad inestable y cambiante solo podemos obtener un conocimiento inestable y cambiante, llamado opinión (doxa). Y solo una realidad permanente y segura (las Ideas) nos permitirá obtener un conocimiento permanente y seguro, llamado saber (episteme).
La opinión es el conocimiento sensible (captado por los sentidos) del mundo físico. Es cambiante y está sujeto a error. A lo sumo puede ser considerado probable, pero nunca universal ni necesario.
El saber es el conocimiento inteligible (captado por la razón) del mundo de las Ideas. Es permanente e infalible. Ofrece una verdad universal y necesaria.
(En el pasaje de la línea dividida, de La República, Platón amplía la distinción entre opinión y saber, y nos habla de cuatro grados de conocimiento: conjetura, creencia, pensamiento discursivo e inteligencia).

La teoría de la reminiscencia (anámnesis) permite a Platón explicar cómo adquirimos el saber. El alma, antes de encarnarse en el cuerpo, habitaba en el mundo de las Ideas, donde conoció esas verdades. Al encarnarse olvida o queda latente ese saber adquirido en otra vida. Cuando a través de los sentidos observa las copias de este mundo, comienza vagamente a recordar los originales, las Ideas. Para profundizar y precisar este recuerdo el alma debe girarse por completo desde los sentidos hacia el interior de sí misma, renunciando al cuerpo en lo posible. De este modo, y con mucho esfuerzo, podría conocer o recordar lo que en el fondo ya sabía.

3. ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA

3.1. Antropología

Como en la ontología y en la teoría del conocimiento también Platón concibe al ser humano de una manera dualista, formado por un alma inmaterial y un cuerpo material.
El libro donde Platón expresa de manera más radical este dualismo antropológico es el Fedón, diálogo de madurez sobre la inmortalidad del alma. Esta se identifica con la razón y es la parte superior del ser humano; es inmaterial, inmortal y conoce las Ideas. El cuerpo se identifica con los instintos y es la parte inferior del ser humano; es material, mortal y a partir de sus sentidos nos formamos opiniones sobre el mundo físico. El alma debe dominar al cuerpo como el amo al esclavo o como el jinete al caballo. El cuerpo es la raíz de todos los males, desvía al alma de la verdad y del bien. Es como una cárcel de la que el alma aspira a liberarse mediante la purificación y, en último extremo, con la muerte.
En La República el conflicto entre el alma y el cuerpo se interioriza. Platón distingue tres partes del alma, y será la parte racional la que intente dominar a la parte concupiscible (pasional), y contará para ello con la ayuda de la parte irascible (voluntad). Esta división es ilustrada en el Fedro con el mito del carro alado, donde el alma es simbolizada por un carro tirado por un caballo blanco (ánimo) y uno negro (apetito), y conducida por un auriga (razón). Vive en el mundo de las Ideas, donde las conoce, pero al caer al mundo físico se encarna en un cuerpo material, donde no se encuentra a gusto, y su mayor anhelo es retornar al mundo de las Ideas.

3.2. Ética

Cada parte del alma debe alcanzar su propia virtud (areté), es decir, aquella cualidad que hace que realice su función de manera excelente. En este sentido la virtud del alma racional (razón) será la prudencia; la del alma irascible (ánimo), la valentía; y la del alma concupiscible, la moderación. Si ello se consigue el resultado será un alma justa. Por tanto, la justicia será aquella virtud de toda el alma que consiste en un equilibrio o armonía resultante de que cada una de las partes cumpla con su función de acuerdo con la virtud correspondiente. Así, un alma prudente, valiente y moderada será un alma justa.

4. POLÍTICA

Platón fue un pensador de vocación política. De joven quería participar activamente pero los acontecimientos históricos acabaron disuadiéndolo y llegó a la conclusión de que todos los Estados estaban mal gobernados, y que solo habría justicia cuando estuviesen dirigidos por los más sabios. Y este es precisamente el objetivo de su obra más importante, La República (Politeia): pensar una polis (ciudad-estado) ideal justa, donde sus sabios gobernantes pensarán racionalmente en preservar el bien común.

En correlación con las partes del alma y en función de las necesidades de los ciudadanos, esta ciudad estaría formada por tres clases sociales: los gobernantes (guardianes perfectos), que tomarán las decisiones necesarias para conservar el buen orden de la ciudad; los militares (guardianes auxiliares), que defenderán a la ciudad tanto de enemigos externos como de desórdenes internos; y los productores, que satisfarán las necesidades básicas de todos.
Del mismo modo que en el alma, cada grupo social tiene su virtud correspondiente: los gobernantes deben ser prudentes; los militares, valientes; y los productores (y la sociedad en su conjunto), moderados. Así, habrá justicia en la ciudad cuando cada clase social realice su función de manera virtuosa. Este es el sentido de la definición de justicia que da Platón: que “cada cual haga lo suyo”.

La explicación de esta separación de las clases descansa además en el principio de especialización funcional: uno realiza mejor una función si se especializa en ella y no se dispersa en varias. Más aún, Platón piensa que cada uno tenemos unas dotes naturales que nos predisponen para realizar una función mejor que otra. Y ese es el criterio para ser incluidos en una clase social u otra, como nos cuenta en el mito de los metales: a las naturalezas de oro les corresponderá gobernar; a las de plata, ser militares; y las de bronce y hierro, ser productores.

Pero no bastan estas predisposiciones innatas. Es imprescindible que la educación las canalice adecuadamente. Y en especial el Estado debe vigilar la educación de militares y gobernantes, con el objetivo de que no se corrompan. Platón piensa que ambos deben recibir una enseñanza común de gimnasia (para el cuidado del cuerpo) y de música (para el cultivo del alma), y cuyo fin es infundir opiniones correctas a los futuros militares. Tras esta fase, aquellos que se distingan por su inteligencia y por su amor a la ciudad se les preparará para ser gobernantes (el resto serán militares). Deberán estudiar diez años de matemáticas (aritmética, geometría y astronomía) y cinco años de filosofía.
Gracias a la filosofía conocerán las Ideas y, por tanto, serán los mejor preparados para gobernar en este mundo físico, porque aquellos que conocer los modelos originales perfectos son los que mejor distinguen o realizan las copias. Por ejemplo, los que conozcan la idea del Bien (o de Justicia) son los que podrán realizar las acciones más buenas (o justas) posibles en este mundo sensible. De trasfondo está sin duda el intelectualismo moral de su maestro Sócrates.
Finalmente, Platón cree necesarias unas medidas adicionales para impedir que el alma del filósofo-gobernante (y del militar) se deje corromper por el apetito: no le está permitida la propiedad privada de ningún bien material (dinero, casas, tierras…). Ni siquiera puede tener su propia familia y debe vivir en comunidad.

Popper critica esta ciudad ideal por considerarla un antecedente de los regímenes totalitarios, donde el todo está por encima del individuo. Sin embargo, el sistema de Platón es más complejo y se rige claramente por dos principios:
1. La razón siempre debe gobernar, tanto en el alma como en la ciudad. En este caso, el filósofo-rey será el representante de la razón en la ciudad.
2. La razón debe perseguir el bien común. Así, se contrarrestan los intereses individuales que tanto han corrompido los Estados históricos.

5. CONTEXTO FILOSÓFICO-CULTURAL

El objetivo del joven Platón era participar en la política, pero tres acontecimientos acabaron disuadiéndolo:
1. La guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta. La irrupción de los demagogos con sus ambiciones personales acabó degenerando la democracia.
2. El régimen de los Treinta Tiranos (404), una oligarquía que cometió incluso más injusticias que el sistema democrático anterior.
3. La muerte de Sócrates (399), el hombre más justo de su tiempo, ocurrida en la restaurada democracia.
Decepcionado por todo ello, Platón se dedicó a pensar sobre el sistema político ideal, donde triunfara la justicia y gobernaran los sabios. El resultado es expuesto en La República.

Los grandes intelectuales del siglo V son los sofistas. Estos maestros de retórica preparaban a los jóvenes atenienses para su participación en la política. Platón los cree en parte responsables de la decadencia de Atenas, puesto que eran los educadores de los demagogos. Frente a su relativismo Platón fundó la Academia, con el fin de formar a futuros políticos más honestos y sabios. En ella se ofrecía otro modelo de educación, basado en verdades universales y con gran importancia de las matemáticas.

El valor de la filosofía de Platón es ampliamente reconocido. Sin embargo, no hubiera sido posible sin las influencias de otros filósofos. Veámoslas cronológicamente.

1. Platón visitó la comunidad pitagórica en el sur de Italia. Su influencia se refleja en la importancia de las matemáticas, enseñanza básica en la Academia: el mundo sensible está ordenado geométricamente y las Ideas matemáticas representan un papel relevante en el conocimiento (pensamiento discursivo). Por otro lado, Platón acepta el dualismo cuerpo-alma, así como la inmortalidad y transmigración de las almas.
2. El Ser inmutable y eterno de Parménides le sirve como modelo para su mundo de las Ideas, aunque Platón no es monista. Asimismo, la Vía de la Verdad y la Vía de la Opinión recuerdan la distinción platónica entre saber y opinión.
3. A través de Crátilo, discípulo de Heráclito, conoce su concepción del mundo cambiante (“todo fluye”), que será muy parecido al mundo físico de Platón.
4. El Nous de Anaxágoras, inteligencia ordenadora, parece ser la referencia del Demiurgo platónico, aunque este no actúa de manera mecánica, sino teleológica (persiguiendo un fin).
5. Los sofistas son los rivales intelectuales de Platón. La visión sofista de que “todo vale” se ha filtrado en la sociedad ateniense llevándola al individualismo y a la desmoralización. Platón se opone a su relativismo (epistemológico y ético): ni la verdad ni el bien son relativos, sino absolutos y universales.
6. Sócrates es su maestro y el que más le influye. Por un lado, frente a los sofistas Sócrates buscó por inducción la definición universal de los conceptos morales. Esta aspiración al saber la convirtió Platón en posesión efectiva gracias a su teoría de la Ideas (conceptos separados del mundo sensible). En ese sentido, la teoría de la reminiscencia parece la culminación de la mayéutica del maestro. Por otro lado, Sócrates pensaba que el conocimiento era imprescindible para ser virtuoso (intelectualismo moral), lo que Platón plasmará en el gobierno del sabio: solo el que conoce el Bien puede realizarlo en la práctica. Por último, Platón continuó la herencia socrática cultivando el diálogo como método de acceso a la verdad.

MATERIAL COMPLEMENTARIO DE PLATÓN

1. El joven Platón, como otros jóvenes atenienses, quería dedicarse a la política. Le disuadió de ello la experiencia histórica: tanto el régimen de los Treinta Tiranos como la democracia en que se condenó a muerte a Sócrates mostraban que no existía un sistema político justo. La única solución posible es que gobernaran los más sabios, los filósofos.
En la Carta VII recuerda: “Terminé por adquirir el convencimiento con respecto a todos los Estados actuales de que están, sin excepción, mal gobernados… Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará en sus males el género humano hasta que los que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra”.

Así, la filosofía en Platón tiene un objetivo político: solo el sabio puede ser un buen gobernante.
¿Es mejor que gobierne una minoría de sabios o una mayoría de ignorantes? ¿Existe otra alternativa mejor?

2. Platón es muy crítico con los sofistas. Su retórica no produce saber sino opinión. Y su poder de persuasión solo tiene efecto sobre los que no saben.
He aquí un fragmento de un diálogo entre Sócrates y Gorgias:
“Sócrates: Afirmabas que incluso en relación con la salud el orador será más persuasivo que el médico.
Gorgias: Lo será efectivamente, pero ante una multitud.
S.: ¿Ante una multitud, o sea, ante los que no saben? Porque no va a ser más persuasivo que el médico ante los que saben.
G.: Así es.
S.: Por consiguiente, si es más persuasivo que el médico, resulta más persuasivo que el que sabe.
G.: Sin duda.
S.: Y sin ser médico, ¿no es así?
G: Sí.
S: Y el que no es médico ignora las cosas que el médico sabe.
G.: Evidentemente.
S.: Por consiguiente, ante los que no saben, el que no sabe resulta más persuasivo que el que sabe…”

Podemos imaginarnos las consecuencias para la democracia: el orador ignorante intenta persuadir a una multitud de ignorantes, y es más efectivo que el sabio. (Nos recuerda incluso el juicio a Sócrates)
¿Hasta qué punto esta crítica alcanza a la democracia de hoy día?

3. Platón, especialmente en el Fedón, sostiene un dualismo radical en la relación entre el alma y el cuerpo. Aquella es la parte noble e inmortal del ser humano, mientras el cuerpo es un estorbo para el conocimiento y fuente de todos los males.
“¿Y no es cierto que el alma razona mejor que nunca cuando nada de eso la turba, ni el oído, ni la vista, ni el dolor, ni ningún placer, sino que se recoge en ella misma tanto como puede dejando estar el cuerpo y, absteniéndose de asociarse a él o de recibir su contacto, aspira hacia lo que es?
[…] El cuerpo, en efecto, nos produce infinitas incomodidades por su indispensable nutrición; y más aún si se añaden enfermedades, que obstaculizan nuestra búsqueda de lo que es real. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de quimeras de todo tipo, y de mucha tontería, de tal manera que, de hecho, como se suele decir, mientras estamos bajo su dominio, no nos es posible ejercitar en ninguna cosa nuestro pensamiento. Porque de las guerras, de las sediciones, de las batallas nadie más que el cuerpo y sus pasiones son la causa. Ya que todas las guerras se producen por adquirir riquezas, y si nos vemos obligados a adquirirlas es por razón de nuestro cuerpo, al cual debemos servir como esclavos; él es también el motivo de que no tengamos tiempo libre de cultivar la filosofía. Y lo peor de todo es que si alguna vez nos deja tiempo libre y nos giramos a examinar alguna cosa, interfiere continuamente nuestra búsqueda, la perturba, la confunde y de tal manera nos aturde que, por culpa de él, somos incapaces de percibir la verdadera realidad”.

Haz una reflexión sobre la valoración que Platón hace del cuerpo y del alma, señalando aquello con lo que estás de acuerdo y aquello en lo que crees que Platón se equivoca. (Recuerda también la influencia que este dualismo ha tenido en el cristianismo y, por extensión, en la cultura occidental)

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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