Biografía de Parménides de Elea

¿Quién fue Parménides de Elea?

Parménides de Elea foto filosofia

Parménides de Elea (c. 515 – 450 a.C.) fue uno de los primeros filósofos griegos presocráticos y fundador y principal representante de la Escuela Eleática de la filosofía griega antigua.

Es uno de los filósofos presocráticos más significativos e influyentes (así como el más difícil y oscuro), y a veces se le considera el padre de la Metafísica. Influyó especialmente en Platón (y, a través de él, en toda la filosofía occidental), que siempre habló de él con veneración. Quizá su mayor contribución a la filosofía fue su método de prueba razonada de las afirmaciones.

Al negar la realidad (o incluso la posibilidad) del cambio como parte de su filosofía monista, Parménides supuso un punto de inflexión en la historia de la filosofía occidental, y desencadenó un desafío filosófico que determinó el curso de las investigaciones de filósofos posteriores como Empédocles, Anaxágoras y Demócrito, y una revolución intelectual que aún resuena en la actualidad.

Vida

Parménides nació en la colonia griega de Elea (sur de Italia). Su fecha de nacimiento es incierta y los testimonios de Diógenes Laërtius y Platón son contradictorios, pero es probable que naciera en algún momento entre el 540 y el 510 a.C., siendo el 515 a.C. la «mejor estimación».

Se dice que fue alumno de Jenófanes de Colofón (570 – 480 a.C.), y lo que conocemos de la filosofía de Jenófanes parece ser una influencia para Parménides. Diógenes Laërtius también describe a Parménides como discípulo del filósofo pitagórico Aminias, aunque hay pocos elementos pitagóricos en su pensamiento.

Fue el fundador de la Escuela de Elea, de la que también formaban parte Meliso de Samos y el joven Zenón de Elea (que era unos 25 años más joven que Parménides y podría haber sido también su eromenos o amante adolescente, una tradición común de la antigua Grecia).

Sus conciudadanos le tenían en gran estima por su excelente legislación, a la que atribuían la prosperidad y la riqueza de la ciudad, y se sugiere que había redactado las leyes de la ciudad, fundada poco antes del año 535 a.C. También era admirado por su vida ejemplar (una «vida parmenídea» era proverbial entre los griegos).

De su biografía se sabe poco más que el hecho de que se detuvo en Atenas en un viaje a sus sesenta y cinco años (hacia la mitad del siglo V a.C.) y que allí conoció al joven Sócrates (Sócrates, Platón y Aristóteles se inspiraron mucho en Parménides). Se supone que su muerte tuvo lugar hacia el año 440 o 450 a.C.

Obra

La única obra conocida de Parménides, un poema escrito en verso hexámetro hacia el año 475 a.C. y titulado «Sobre la naturaleza», sólo ha sobrevivido en forma fragmentaria, conservándose en la actualidad unos 150 de los 3.000 versos originales. Está dividido en dos secciones principales, que describen las dos vías o dos puntos de vista de la realidad, «La vía de la verdad» (que representa la mayor parte de las líneas supervivientes) y «La vía de la apariencia/opinión», junto con una introducción. Parménides argumentaba a favor de la Vía de la Verdad y en contra de la Vía de la Apariencia.

En el poema, Parménides sostenía que la percepción cotidiana de la realidad del mundo físico es errónea, y que la realidad del mundo es «el Uno», un todo inmutable, no generado e indestructible. Asimismo, los fenómenos de movimiento y cambio son simples apariencias de la verdadera realidad estática y eterna. Afirmó además que la verdad no puede ser conocida a través de la percepción sensorial, sino sólo a través de la razón pura («Logos»).

Parménides expuso el corazón de su caso en una visión del mundo que (incluso para los estándares de la filosofía) es, según Aristóteles, «cercana a la locura». Argumentó lo siguiente: «Lo que no es no existe. Dado que todo lo que llega a existir debe surgir de «lo que no es», los objetos no pueden llegar a existir. De la misma manera, no pueden desaparecer, porque para hacerlo tendrían que entrar en el reino de «lo que no es». Puesto que no existe, «lo que no es» no puede ser el vientre de la generación ni la tumba de lo que perece. El «ya no» y el «todavía no» son, por tanto, variantes de «lo que no es», por lo que el pasado y el futuro tampoco existen. El cambio, pues, es imposible.

Igualmente, continúa su argumento, la multiplicidad es irreal, porque el espacio vacío necesario para separar un objeto de otro sería otro ejemplo de «lo que no es». Y como las cosas no pueden ser nada en mayor o menor grado (lo que requeriría que «lo que es» se mezclara con el efecto diluyente de «lo que no es»), el universo debe ser homogéneo, una unidad única, indiferenciada e inmutable. Además, debe ser finito y esférico, pues no puede estar en una dirección más que en otra (y la esfera es la única figura de la que se puede decir esto).

Así, mediante un argumento estrictamente deductivo, Parménides afirmó que el cambio es imposible, y que la llegada a la existencia o el cese de la misma son igualmente imposibles, de modo que todo lo que existe es permanente, no generado, indestructible e inmutable. Su argumento refuta todos los relatos sobre el origen del mundo y representa un tipo temprano de monismo.

Parménides, por tanto, presentó el argumento ontológico contra la nada, negando esencialmente la posible existencia de un vacío, lo que llevó a Leucipo y Demócrito a proponer su teoría del Atomismo (que todo en el universo son átomos o vacíos) específicamente para contradecir su argumento.

 

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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