La Ética

¿Qué es la Ética?

La etica filosofia foto

La Ética (o filosofía moral) se ocupa de las cuestiones relativas a cómo deben actuar las personas, y de la búsqueda de una definición de la conducta correcta (identificada como la que causa el mayor bien) y de la vida buena (en el sentido de una vida que merece la pena ser vivida o una vida satisfactoria o feliz).

La palabra «ética» deriva del griego «ethos» (que significa «costumbre» o «hábito»). La ética se diferencia de la moral y la moralidad en que la ética denota la teoría de la acción correcta y el bien mayor, mientras que la moral indica su práctica. La ética no se limita a actos concretos y códigos morales definidos, sino que abarca el conjunto de ideales y comportamientos morales, la filosofía de vida de una persona (o Weltanschauung).

Plantea preguntas como:

  • «¿Cómo debe actuar la gente?» (Ética normativa o prescriptiva)
  • «¿Qué cree la gente que es correcto?» (Ética Descriptiva)
  • «¿Cómo tomamos el conocimiento moral y lo ponemos en práctica?» (Ética aplicada)
  • «¿Qué significa lo correcto?» (Meta-ética)

Doctrinas principales de la Ética

Bajo el título de Ética, las principales doctrinas o teorías incluyen:

Altruismo
Ascetismo
Cognitivismo
Consecuencialismo
Cinismo
Deontología
Egoísmo
Epicureísmo
Naturalismo ético
No naturalismo ético
Subjetivismo ético
Eudaimonismo
Hedonismo
Humanismo
Individualismo
Absolutismo moral
Antirrealismo moral
Nihilismo moral
Realismo moral
Relativismo moral
Escepticismo moral
Universalismo moral
No cognitivismo
Utilitarismo
Ética de la virtud

Ética de la antigua Grecia

Sócrates, tal y como se recoge en los diálogos de Platón, es considerado habitualmente como el padre de la ética occidental. Afirmaba que las personas hacen naturalmente lo que es bueno, siempre que sepan lo que es correcto, y que las acciones malas son el resultado de la ignorancia: «Sólo hay un bien, el conocimiento, y un mal, la ignorancia». Equiparó el conocimiento y la sabiduría con la autoconciencia (que significa ser consciente de todos los hechos relevantes para la existencia de una persona) y la virtud y la felicidad. Así que, en esencia, consideraba que el autoconocimiento y la autoconciencia eran el bien esencial, porque la persona verdaderamente sabia (es decir, consciente de sí misma) sabrá lo que es correcto, hará lo que es bueno y, por tanto, será feliz.

Según Aristóteles, «la naturaleza no hace nada en vano», por lo que sólo cuando una persona actúa de acuerdo con su naturaleza y, por tanto, realiza todo su potencial, hará el bien y, por tanto, estará contenta en la vida. Sostenía que la autorrealización (la conciencia de la propia naturaleza y el desarrollo de los propios talentos) es el camino más seguro hacia la felicidad, que es el objetivo último, siendo todas las demás cosas (como la vida cívica o la riqueza) meros medios para alcanzar un fin. Fomentó la moderación en todas las cosas, siendo los extremos degradados e inmorales, (por ejemplo, el valor es la virtud moderada entre los extremos de la cobardía y la temeridad), y sostuvo que el Hombre no debe simplemente vivir, sino vivir bien con una conducta regida por la virtud moderada. Para Aristóteles, la virtud consiste en hacer lo correcto a la persona adecuada, en el momento adecuado, de la manera correcta y por la razón correcta, lo cual es una tarea difícil.

El cinismo es una doctrina antigua cuyo mejor ejemplo es el filósofo griego Diógenes de Sinope, que vivía en una bañera en las calles de Atenas. Enseñaba que una vida vivida según la naturaleza era mejor que una que se ajustara a las convenciones, y que una vida sencilla es esencial para la virtud y la felicidad. Como maestro de moral, Diógenes hacía hincapié en el desapego de muchas de las cosas consideradas convencionalmente «buenas».

El hedonismo postula que la ética principal es maximizar el placer y minimizar el dolor. Esto puede variar desde los que defienden la autogratificación sin tener en cuenta el dolor y el gasto de los demás y sin pensar en el futuro (hedonismo cirenaico), hasta los que creen que la búsqueda más ética maximiza el placer y la felicidad para el mayor número de personas. En algún punto intermedio de este continuo, el epicureísmo observó que la indulgencia indiscriminada a veces tiene consecuencias negativas, como el dolor y el miedo, que deben evitarse.

El filósofo estoico Epicteto postuló que el mayor bien era la satisfacción, la serenidad y la paz mental, que pueden alcanzarse mediante el autodominio de los deseos y las emociones, y la liberación de los apegos materiales. En particular, el sexo y el deseo sexual deben evitarse como la mayor amenaza para la integridad y el equilibrio de la mente del hombre. Según Epicteto, los problemas difíciles de la vida no deben ser evitados, sino que deben ser abrazados como ejercicios espirituales necesarios para la salud del espíritu.

Pirro, la figura fundadora del escepticismo pirroniano, enseñaba que no se puede decidir racionalmente entre lo que es bueno y lo que es malo, aunque, en general, el interés propio es el motivo principal del comportamiento humano, y se mostraba reacio a confiar en la sinceridad, la virtud o el altruismo como motivaciones.

El humanismo, con su énfasis en la dignidad y el valor de todas las personas y su capacidad para determinar el bien y el mal apelando únicamente a las cualidades humanas universales (especialmente la racionalidad), se remonta a Tales, Jenófanes de Colofón (570 – 480 a.C.), Anaxágoras, Pericles (c. 495 – 429 a.C.), Protágoras, Demócrito y el historiador Tucídides (c. 460 – 375 a.C.). Estos primeros pensadores griegos contribuyeron al abandono de una moral espiritual basada en lo sobrenatural y al desarrollo de un librepensamiento más humanista (la opinión de que las creencias deben formarse sobre la base de la ciencia y la lógica, y no estar influidas por la emoción, la autoridad, la tradición o el dogma).

Ética normativa

La ética normativa (o ética prescriptiva) es la rama de la ética que se ocupa de establecer cómo deben o deberían ser las cosas, cómo valorarlas, qué cosas son buenas o malas y qué acciones son correctas o incorrectas. Intenta desarrollar un conjunto de reglas que rijan la conducta humana, o un conjunto de normas para la acción.

Las teorías éticas normativas suelen dividirse en tres categorías principales: El consecuencialismo, la deontología y la ética de la virtud:

El Consecuencialismo

Sostiene que la moralidad de una acción depende del resultado de la misma. Así, una acción moralmente correcta es aquella que produce un buen resultado o consecuencia. Las teorías consecuencialistas deben considerar cuestiones como:

  • «¿Qué tipo de consecuencias cuentan como buenas consecuencias?»
  • «¿Quién es el principal beneficiario de la acción moral?»
  • «¿Cómo se juzgan las consecuencias y quién las juzga?»

Algunas teorías consecuencialistas son:

El utilitarismo

Sostiene que una acción es correcta si conduce a la mayor felicidad para el mayor número de personas («felicidad» se define aquí como la maximización del placer y la minimización del dolor). Los orígenes del utilitarismo se remontan al filósofo griego Epicuro, pero su formulación completa suele atribuirse a Jeremy Bentham, siendo John Stuart Mill su principal defensor.

El hedonismo

Que es la filosofía según la cual el placer es la búsqueda más importante de la humanidad, y que los individuos deben esforzarse por maximizar su propio placer total (neto de cualquier dolor o sufrimiento). El epicureísmo es un enfoque más moderado (que sigue buscando maximizar la felicidad, pero que define la felicidad más como un estado de tranquilidad que de placer).

El egoísmo

Sostiene que una acción es correcta si maximiza el bien para uno mismo. Así, el egoísmo puede autorizar acciones que son buenas para el individuo, pero perjudiciales para el bienestar general. El egoísmo individual sostiene que todas las personas deben hacer lo que les beneficia a ellas mismas. El personal sostiene que cada persona debe actuar en su propio interés, pero no hace ninguna afirmación sobre lo que los demás deberían hacer. El egoísmo universal sostiene que todo el mundo debe actuar en su propio interés.

El ascetismo

Es, en cierto modo, lo contrario del egoísmo, ya que describe una vida caracterizada por la abstinencia de los placeres egoístas, especialmente para alcanzar un objetivo espiritual.

El altruismo

Prescribe que un individuo realice acciones que tengan las mejores consecuencias para todos, excepto para él mismo, según la sentencia de Auguste Comte: «Vivir para los demás». Así, los individuos tienen la obligación moral de ayudar, servir o beneficiar a los demás, si es necesario sacrificando el interés propio.

Consecuencialismo de las reglas

Que es una teoría (a veces vista como un intento de conciliar el consecuencialismo y la deontología), según la cual el comportamiento moral implica seguir ciertas reglas, pero que esas reglas deben elegirse en función de las consecuencias que tiene la selección de esas reglas.

Consecuencialismo negativo

Que se centra en minimizar las malas consecuencias en lugar de promover las buenas. Esto puede requerir una intervención activa (para evitar que se produzcan daños), o puede requerir sólo la evitación pasiva de los malos resultados.

 

La Deontología

Es un enfoque de la ética que se centra en lo correcto o incorrecto de las acciones en sí, en contraposición a lo correcto o incorrecto de las consecuencias de esas acciones. Sostiene que las decisiones deben tomarse teniendo en cuenta los factores de los propios deberes y los derechos de los demás (el término griego «deon» significa «obligación» o «deber»).

Algunas teorías deontológicas son:

Teoría del Mandato Divino

Una forma de teoría deontológica que afirma que una acción es correcta si Dios ha decretado que lo sea, y que un acto es obligatorio si y sólo si (y porque) es mandado por Dios. Así, las obligaciones morales surgen de los mandatos de Dios, y la rectitud de cualquier acción depende de que se realice porque es un deber, no por las consecuencias buenas que se deriven de esa acción. Guillermo de Ockham, René Descartes y los calvinistas del siglo XVIII aceptaron versiones de esta teoría moral.

La teoría de los derechos naturales

Sostiene que los seres humanos tienen derechos absolutos y naturales (en el sentido de derechos universales inherentes a la naturaleza de la ética, y no contingentes a las acciones o creencias humanas). Con el tiempo, esto se convirtió en lo que hoy llamamos derechos humanos.

El Imperativo Categórico de Immanuel Kant

Basa la moralidad en la capacidad racional de la humanidad y afirma ciertas leyes morales inviolables. La formulación de Kant es deontológica en el sentido de que sostiene que para actuar de forma moralmente correcta, las personas deben actuar de acuerdo con el deber, y que son los motivos de la persona que lleva a cabo la acción los que la hacen correcta o incorrecta, no las consecuencias de las acciones. En pocas palabras, el Imperativo Categórico afirma que sólo se debe actuar de manera que se pueda desear que la máxima (o principio motivador) de la acción se convierta en una ley universal, y que siempre se debe tratar a las personas como un fin, además de como un medio para alcanzar un fin.

La deontología pluralista

Es una descripción de la ética deontológica propuesta por W.D. Ross (1877 – 1971). Sostiene que hay siete deberes prima facie que deben tenerse en cuenta a la hora de decidir qué deber debe actuarse: la beneficencia (ayudar a otras personas para aumentar su placer, mejorar su carácter, etc.); la no maleficencia (evitar dañar a otras personas); la justicia (garantizar que las personas reciban lo que merecen); la superación personal (mejorarnos a nosotros mismos); la reparación (recompensar a alguien si hemos actuado mal con él); la gratitud (beneficiar a las personas que nos han beneficiado); el cumplimiento de las promesas (actuar de acuerdo con las promesas explícitas e implícitas, incluida la promesa implícita de decir la verdad). En algunas circunstancias, puede haber choques o conflictos entre estos deberes y debe tomarse una decisión por la que un deber puede «triunfar» sobre otro, aunque no hay reglas rígidas ni un orden fijo de importancia.

La ética contractualista

Afirma que las normas morales derivan su fuerza normativa de la idea de contrato o acuerdo mutuo. Sostiene que los actos morales son aquellos con los que todos estaríamos de acuerdo si fuéramos imparciales, y que las normas morales en sí mismas son una especie de contrato, y por tanto sólo las personas que entienden y aceptan los términos del contrato están obligadas a cumplirlo. La teoría proviene inicialmente del Contractualismo político y del principio del contrato social desarrollado por Thomas Hobbes, Jean-Jacques Rousseau y John Locke, que esencialmente sostiene que las personas renuncian a algunos derechos ante un gobierno y/o otra autoridad para recibir, o preservar conjuntamente, el orden social. El contractualismo es una variante del contractualismo, aunque se basa más en las ideas kantianas de que la ética es una cuestión esencialmente interpersonal, y que el bien y el mal son una cuestión de si podemos justificar la acción ante otras personas.

La ética de las virtudes

Se centra en el carácter inherente de la persona, más que en la naturaleza o las consecuencias de las acciones específicas realizadas. El sistema identifica las virtudes (aquellos hábitos y comportamientos que permitirán a una persona alcanzar la «eudaimonía», o el bienestar o la buena vida), aconseja la sabiduría práctica para resolver cualquier conflicto entre las virtudes, y afirma que toda una vida de práctica de estas virtudes conduce a, o de hecho constituye, la felicidad y la buena vida.

El Eudaimonismo

Es una filosofía originada por Aristóteles que define la acción correcta como aquella que conduce al «bienestar», y que puede lograrse mediante una vida de práctica de las virtudes en las actividades cotidianas, sujeta al ejercicio de la sabiduría práctica. Fue defendida por primera vez por Platón y se asocia especialmente a Aristóteles, y se convirtió en el enfoque predominante del pensamiento ético en la Antigüedad y la Edad Media. Cayó en desuso a principios de la Edad Moderna, pero recientemente ha experimentado un resurgimiento moderno.

Las teorías basadas en el agente dan cuenta de la virtud a partir de nuestras intuiciones de sentido común sobre los rasgos de carácter admirables (por ejemplo, la benevolencia, la bondad, la compasión, etc.), que podemos identificar observando a las personas que admiramos, nuestros ejemplos morales.

La Ética del Cuidado

Fue desarrollada principalmente por escritoras feministas, y reclama un cambio en la forma de ver la moral y las virtudes, desplazándose hacia las virtudes más marginadas ejemplificadas por las mujeres, como el cuidado de los demás, la paciencia, la capacidad de crianza, el autosacrificio, etc.

Meta-ética

La meta-ética se ocupa principalmente del significado de los juicios éticos y trata de comprender la naturaleza de las propiedades, afirmaciones, actitudes y juicios éticos y cómo pueden apoyarse o defenderse. Una teoría metaética, a diferencia de una teoría ética normativa (véase más adelante), no intenta evaluar opciones específicas como mejores, peores, buenas, malas o malas; más bien trata de definir el significado esencial y la naturaleza del problema que se discute. Se ocupa de cuestiones de segundo orden, concretamente de la semántica, la epistemología y la ontología de la ética.

Los principales puntos de vista meta-éticos se dividen comúnmente en dos campos: El realismo moral y el antirrealismo moral:

Realismo moral

El realismo moral (u objetivismo moral) sostiene que existen valores morales objetivos, de modo que las afirmaciones evaluativas son esencialmente afirmaciones fácticas, que son verdaderas o falsas, y que su verdad o falsedad son independientes de nuestras creencias, sentimientos u otras actitudes hacia las cosas evaluadas. Es un punto de vista cognitivista en el sentido de que sostiene que las oraciones éticas expresan proposiciones válidas y, por tanto, son aptas para la verdad.

Existen dos variantes principales:

Naturalismo ético

Esta doctrina sostiene que hay propiedades morales objetivas de las que tenemos conocimiento empírico, pero que estas propiedades son reducibles a propiedades totalmente no éticas. Asume el cognitivismo (la opinión de que las oraciones éticas expresan proposiciones y, por tanto, pueden ser verdaderas o falsas), y que los significados de estas oraciones éticas pueden expresarse como propiedades naturales sin el uso de términos éticos.

El no naturalismo ético

Esta doctrina (cuyo principal apologista es G. E. Moore) sostiene que los enunciados éticos expresan proposiciones (en ese sentido también es cognitivista) que no pueden reducirse a enunciados no éticos (por ejemplo, la «bondad» es indefinible en el sentido de que no puede definirse en ningún otro término). Moore afirmó que se comete una falacia naturalista cuando se intenta demostrar una afirmación sobre la ética apelando a una definición en términos de una o más propiedades naturales (por ejemplo, «bueno» no puede definirse en términos de «agradable», «más evolucionado», «deseado», etc.). El intuicionismo ético es una variante del no naturalismo ético que afirma que a veces tenemos conciencia intuitiva de las propiedades morales o de las verdades morales.

Antirrealismo moral

El antirrealismo moral sostiene que no hay valores morales objetivos, y se presenta de tres formas, dependiendo de si se cree que los enunciados éticos son afirmaciones subjetivas (subjetivismo ético), no son afirmaciones genuinas en absoluto (no cognitivismo) o son afirmaciones objetivas erróneas (nihilismo moral o escepticismo moral):

El Subjetivismo Ético

Que sostiene que no hay propiedades morales objetivas y que los enunciados morales se hacen verdaderos o falsos por las actitudes y/o convenciones de los observadores, o que cualquier enunciado ético implica simplemente una actitud, opinión, preferencia personal o sentimiento que tiene alguien.

Existen diferentes variantes:

Subjetivismo simple

La opinión de que los enunciados éticos reflejan sentimientos, preferencias personales y sensaciones más que hechos objetivos.

Subjetivismo individualista

La opinión (originalmente planteada por Protágoras) de que hay tantas escalas distintas de bien y mal como individuos hay en el mundo (efectivamente una forma de egoísmo).

Relativismo moral

La opinión de que para que una cosa sea moralmente correcta debe ser aprobada por la sociedad, lo que lleva a la conclusión de que diferentes cosas son correctas para las personas en diferentes sociedades y diferentes períodos de la historia.

Teoría del observador ideal

La opinión de que lo correcto está determinado por las actitudes que tendría un hipotético observador ideal (un ser perfectamente racional, imaginativo e informado).

El no cognitivismo

Que sostiene que las oraciones éticas no son verdaderas ni falsas porque no expresan proposiciones genuinas, lo que implica que el conocimiento moral es imposible. De nuevo hay diferentes versiones:

Emotivismo

La opinión, defendida por A.J. Ayer y C. L. Stevenson (1908 – 1979) entre otros, de que las oraciones éticas sirven meramente para expresar emociones, y los juicios éticos son principalmente expresiones de la propia actitud, aunque en cierta medida también son imperativos destinados a cambiar las actitudes y acciones de otros oyentes.

Prescriptivismo

La opinión, propuesta por R.M. Hare (1919 – 2002), de que los enunciados morales funcionan como imperativos universalizables (es decir, aplicables a todo el mundo en circunstancias similares); por ejemplo, «Matar está mal» significa realmente «¡No matar!».

Expresivismo

La opinión de que la función principal de las oraciones morales no es afirmar ninguna cuestión de hecho, sino expresar una actitud evaluativa hacia un objeto de evaluación. Por tanto, como la función del lenguaje moral no es descriptiva, las oraciones morales no tienen condiciones de verdad.

Cuasi-realismo

La opinión, desarrollada a partir del expresivismo y defendida por Simon Blackburn (1944 – ), de que los enunciados éticos se comportan lingüísticamente como afirmaciones fácticas, y pueden llamarse apropiadamente «verdaderos» o «falsos» aunque no haya hechos éticos a los que puedan corresponder. Blackburn sostiene que la ética no puede ser totalmente realista, ya que esto no permitiría fenómenos como el desarrollo gradual de las posiciones éticas a lo largo del tiempo o en diferentes tradiciones culturales.

Proyectivismo

La opinión de que se pueden atribuir cualidades a un objeto (o «proyectarlas» sobre él) como si esas cualidades le pertenecieran realmente. El proyectivismo en la ética (originalmente propuesto por David Hume y más recientemente defendido por Simon Blackburn) está asociado por muchos con el relativismo moral, y se considera controvertido, aunque fue la ortodoxia filosófica durante gran parte del siglo XX.

Ficcionalismo moral

La opinión de que los enunciados morales no deben considerarse literalmente verdaderos, sino simplemente una ficción útil. Esto ha dado lugar a acusaciones de individuos que afirman tener actitudes que realmente no tienen, y por lo tanto son de alguna manera insinceros.

El nihilismo moral

Que sostiene que las afirmaciones éticas son generalmente falsas. Sostiene que no hay valores objetivos (que nada es moralmente bueno, malo, incorrecto, correcto, etc.) porque no hay verdades morales (por ejemplo, un nihilista moral diría que el asesinato no está mal, pero tampoco está bien).
La teoría del error es una forma de nihilismo moral que combina el cognitivismo (la creencia de que el lenguaje moral consiste en afirmaciones aptas para la verdad) con el nihilismo moral (la creencia de que no hay hechos morales).

El escepticismo moral

Que sostiene que nadie tiene ningún conocimiento moral (o la afirmación más fuerte de que nadie puede tener ningún conocimiento moral). Se opone especialmente al Realismo Moral (véase más arriba) y quizá su defensor más famoso sea Friedrich Nietzsche.

Una división alternativa de los puntos de vista meta-éticos es entre:

Absolutismo moral

La creencia ética de que hay normas absolutas con las que se pueden juzgar las cuestiones morales, y que ciertas acciones son correctas o incorrectas, independientemente del contexto del acto.

Universalismo moral:

La posición meta-ética de que existe una ética universal que se aplica a todas las personas, independientemente de su cultura, raza, sexo, religión, nacionalidad, sexualidad u otro rasgo distintivo, y en todo momento.

Relativismo moral

La posición de que las proposiciones morales o éticas no reflejan verdades morales objetivas y/o universales, sino que hacen afirmaciones relativas a las circunstancias sociales, culturales, históricas o personales.

Ética descriptiva

La ética descriptiva es un enfoque de la ética sin valores que examina la ética desde la perspectiva de las observaciones de las elecciones reales realizadas por los agentes morales en la práctica. Es el estudio de las creencias de las personas sobre la moralidad, e implica la existencia de teorías de valor o de conducta, en lugar de prescribirlas explícitamente. No está diseñado para orientar a las personas en la toma de decisiones morales, ni para evaluar la razonabilidad de las normas morales.

Es más probable que la investiguen quienes trabajan en los campos de la biología evolutiva, la psicología, la sociología, la historia o la antropología, aunque la información procedente de la ética descriptiva también se utiliza en los argumentos filosóficos.

La ética descriptiva se denomina a veces ética comparativa porque gran parte de la actividad puede consistir en comparar sistemas éticos: comparar la ética del pasado con la del presente; comparar la ética de una sociedad con la de otra; y comparar la ética que la gente dice seguir con las normas de conducta reales que describen sus acciones.

Ética aplicada

La ética aplicada es una disciplina de la filosofía que intenta aplicar la teoría ética a situaciones de la vida real. Los enfoques éticos estrictos y basados en principios suelen dar lugar a soluciones a problemas específicos que no son universalmente aceptables o que son imposibles de aplicar. La ética aplicada está mucho más dispuesta a incluir en sus deliberaciones las ideas de la psicología, la sociología y otras áreas de conocimiento relevantes. Se utiliza para determinar las políticas públicas.

Las siguientes serían preguntas de Ética Aplicada:

  • «¿Es inmoral abortar?»
  • «¿Es inmoral la eutanasia?»
  • «¿Es correcta o incorrecta la discriminación positiva?»
  • «¿Qué son los derechos humanos y cómo los determinamos?»
  • «¿También tienen derechos los animales?»

Algunos temas que se incluyen en la disciplina son:

Ética médica

El estudio de los valores y juicios morales que se aplican a la medicina. Históricamente, la ética médica occidental puede remontarse a las directrices sobre el deber de los médicos en la antigüedad, como el Juramento Hipocrático (en su forma más simple, «practicar y prescribir lo mejor posible para el bien de mis pacientes, y tratar de evitar dañarlos»), y las primeras enseñanzas rabínicas, musulmanas y cristianas. Seis de los valores que suelen aplicarse a los debates sobre ética médica son Beneficencia (un profesional debe actuar en el mejor interés del paciente), No maleficencia («primero, no hacer daño»), Autonomía (el paciente tiene derecho a rechazar o elegir su tratamiento), Justicia (en relación con la distribución de los escasos recursos sanitarios y la decisión de quién recibe qué tratamiento), Dignidad (tanto el paciente como el profesional tienen derecho a la dignidad), Honestidad (veracidad y respeto al concepto de consentimiento informado).

Bioética

Se refiere a las controversias éticas provocadas por los avances de la biología y la medicina. La atención pública se vio atraída por los abusos cometidos contra los seres humanos en los experimentos biomédicos, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, pero con los recientes avances en biotecnología, la bioética se ha convertido en un área de investigación académica y profesional de rápido crecimiento. Los temas incluyen la consideración de la clonación, la investigación con células madre, el comercio de trasplantes, los alimentos modificados genéticamente, la ingeniería genética humana, la genómica, el tratamiento de la infertilidad, etc, etc.

Ética jurídica

Código ético que rige la conducta de las personas que ejercen la abogacía. Las normas modelo suelen abordar la relación cliente-abogado, los deberes del abogado como defensor en procedimientos contenciosos, el trato con personas distintas de los clientes, los bufetes y las asociaciones, el servicio público, la publicidad y el mantenimiento de la integridad de la profesión. El respeto a las confidencias de los clientes, la franqueza hacia el tribunal, la veracidad en las declaraciones a terceros y la independencia profesional son algunos de los rasgos que definen la ética jurídica.

Ética empresarial

Examina los principios éticos y los problemas morales o éticos que pueden surgir en un entorno empresarial. Incluye la responsabilidad social de las empresas, un concepto por el que las organizaciones tienen en cuenta los intereses de la sociedad asumiendo la responsabilidad del impacto de sus actividades en los clientes, los empleados, los accionistas, las comunidades y el medio ambiente en todos los aspectos de sus operaciones, más allá de la obligación legal de cumplir la legislación.

Ética medioambiental

Considera la relación ética entre los seres humanos y el entorno natural. Aborda cuestiones como:

    • «¿Debemos seguir talando los bosques para el consumo humano?»
    • «¿Debemos seguir fabricando vehículos de gasolina, agotando los recursos de combustibles fósiles mientras existe la tecnología para crear vehículos de cero emisiones?»
    • «¿Qué obligaciones medioambientales debemos mantener para las generaciones futuras?»
    • «¿Es correcto que los seres humanos provoquen a sabiendas la extinción de una especie para la conveniencia (percibida o real) de la humanidad?»

Ética de la información

Investiga las cuestiones éticas derivadas del desarrollo y la aplicación de los ordenadores y las tecnologías de la información. Se ocupa de cuestiones como la privacidad de la información. Si los agentes artificiales pueden ser morales, cómo hay que comportarse en la infoesfera y los problemas de propiedad y derechos de autor derivados de la creación, recopilación, grabación, distribución, procesamiento, etc., de la información.

Ética de los medios de comunicación

Se ocupa de los principios y normas éticas específicas de los medios de comunicación en general, incluidas las cuestiones éticas relacionadas con el periodismo, la publicidad y el marketing, y los medios de entretenimiento.

Escrito por: Gonzalo Jiménez

Licenciado en Filosofía en la Universidad de Granada (UGR), con Máster en Filosofía Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Desde 2015, se ha desempeñado como docente universitario y como colaborador en diversas publicaciones Académicas, con artículos y ensayos. Es aficionado a la lectura de textos antiguos y le gustan las películas y los gatos.

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